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Actualizado: 04 abr 2021 / 04:00 h.
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  • Amabilidad vecinal

¡Que cierto es que no hay nada como el trato humano! Reconozco que los ordenadores, robots y, en general, toda la familia de "automatizados" nos han facilitado mucho la vida pero la humanidad sigue siendo principal para marcar la diferencia en el trato, sólo mediante la humanidad se crean experiencias y no deficiencias... Probablemente ahora te esté viniendo a la mente todas las veces que llamaste a tu compañía telefónica y te salía la alocución automática dándote opciones: "marque 1 si.... Marque 2 si..." y tu pensando: "¡pero es que quiero hablar con una persona porque mi problema no está en esa opciones!", y por toda respuesta obtienes de la voz mecánica: "lo siento, no le he entendido". Ése es el problema básico: las máquinas son muy buenas ejecutantes pero les falta entendimiento (por no hablar del componente vital de la inteligencia emocional...).

Esta semana viví junto con mi tía Angelita una simpática anécdota que me recordó, una vez más, lo necesario de la humanidad frente al automatismo. Estábamos dando un paseo por la zona de Nervión (por cierto, en el trayecto en coche, el GPS nos hizo dar unas vuuuuuueeeeltasss bastante innecesarias) . Yo mantenía vigilado el reloj porque después tenía una reunión de trabajo, pero, de momento, contaba con tiempo... íbamos hablando animadamente y recordé que quería saber por donde quedaba el metro de La Gran Plaza, como mi tía y yo vivimos por el Aljarafe, no teníamos demasiada idea y ¿qué se hace en estos casos? ¡exacto! nos pareció que lo más eficaz era preguntar a algún vecino del lugar.

Se dirigía hacia nosotros una abuela con expresión vivaz, ayudada por su bastón en el caminar. Mi tía se puso a hablar con ella:

- Disculpe, ¿podría decirnos por dónde queda el metro de Gran Plaza?

- ¡Claro que sí! -respondió la mujer con mucha energía-. Yo misma las guiaré, me encanta pasear.

La simpática abuelita se llamaba Isabel y aunque pasaba de los 80, su lucidez mental la rejuvenecia. Nos llevó a través de la calle Beatriz de Suabia, luego desembocamos en una larga avenida y al final de la misma estaba el metro. Durante todo el trayecto, Doña Isabel mantuvo una conversación fluída, hablando de cómo habían cambiado las cosas, que ahora casi todo el mundo caminaba con la cabeza en el móvil y se estaba perdiendo aquello del: "¡buenos días tenga usted!" el consabido saludo entre personas que brindabas a tu semejante, lo conocieras o no, cuando ibas paseando por la calle; que probablemente esa cambio de comportamiento se debía a un cambio de perspectiva vital y de valores etc Me gustó escuchar a Doña Isabel (¡tanto que por poco llego tarde a mi reunión de trabajo!), me hizo pensar en algo que, quizás antes era muy normal, pero ahora ya no se ve tanto: la amabilidad vecinal, no entendida estrictamente como el trato cordial entre varias personas que viven próximas sino a ese tipo de amabilidad que te brinda una desconocida y te hace sentir como si fueras su vecina...

A mí que me encanta jugar con las palabras y hacer acrónimos, rápidamente pensé un término que sintetizara la experiencia vivida con Doña Isabel... ¡Ya lo tenía! "AVE": Amabilidad VEcinal, pues al igual que el famoso tren, este singular "AVE" humano es capaz de hacer que un destino lejano se sienta cercano y todo porque vas en el vagón de "¡amiga es la mano!". ¡Gracias Doña Isabel!

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