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Actualizado: 20 feb 2020 / 13:05 h.
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  • Imagen de archivo del Maratón de Sevilla. / Manuel Gómez
    Imagen de archivo del Maratón de Sevilla. / Manuel Gómez

Cuando se acerca el maratón, esa distancia mítica para la que miles de corredores se han preparado con menor o mayor conciencia y conocimiento; a la mayoría, le empieza a aparecer sensaciones, ideas, dudas, preocupaciones, molestias incluso, que no habían sentido en las semanas anteriores.

Los que ya han corrido alguna vez, lo saben y las reconocen, pequeñas molestias que surgen en la última semana, dudas de si tenían que haber hecho más tiradas largas, más o menos series, si no han descansado lo suficiente, o algo tan simple como decidir el ritmo al que debe correr.

Algunos se vuelven irritables, cualquier comentario sin mayor intención, les resulta desagradable, su cabeza da vueltas y más vueltas pensando en qué pasará el próximo domingo, sin saber que el maratón, al fin y al cabo, es el que nos pone en nuestro sitio.

Toda esa cohorte de negativismo es lo que denomina ansiedad precompetitiva, ese amigo desagradable que conocemos si hemos corrido diezmiles, medias maratones u otras distancias. Es amigo, porque desde hace tiempo nos acompaña, hemos compartido mucho, y aunque parezca mentira, tiene una parte positiva, nos ayuda a estar alerta, a preparar nuestro cuerpo para el gran día; pero claro, es desagradable, a nadie que lo haya vivido le gusta esa sensación, es una emoción displacentera, seguro que tenemos estrategias para que nos moleste lo menos posible.

Pero hay buenas noticias, es normal que los días previos, nos sintamos diferentes, que el sábado estemos distraídos, preocupados; las piernas parecen pesadas, infladas, cansadas; que la noche antes se duerma poco y mal, que la mañana de la prueba se visite el baño, por delante y por detrás, muchas más veces de las que solemos visitarlo; que nuestros acompañantes a veces ni nos reconozcan de cómo estamos de sensibles; pero hay que quedarse tranquilos, no hay ningún estudio científico que demuestre que la ansiedad precompetitiva en maratón correlacione con la marca final.

Sí, así es, en una competición que dura poco más de horas para la elite, entre tres y cinco para la mayoría, hay tiempo para modular nuestra conducta competitiva, para relajarse y hacer lo correcto, eso es lo importante. Elija ropa adecuada, mire una foto de la élite, ninguno viste de triatleta, ni lleva cinturones, ni casquitos, ni largos calcetines; si va a tomar geles busque ayuda, lleve alguno en el bolsillo de sus calzonas. Coger el ritmo desde el principio, correr con inteligencia, beber en los controles, no dejarse llevar por la euforia del apoyo del público, control, mucho control. Pasar rápido la primera media suele ser suicida. En el maratón se triunfa o no, en los diez últimos kilómetros, y no hay nada como terminar con sensación de querer más.

El doctor Ricardo Ortega Sánchez-Pinilla, un maratoniano de 2.11.51 en los años 80, me dio entonces un sabio consejo que me ayudó en mi carrera como maratoniano: En el maratón, hay que ir siempre un poco más tranquilo del ritmo al que crees que debes ir. Hágale caso, fue quinto en Nueva York y record de España en la distancia, vale la pena escuchar su consejo.

Disfrute de la experiencia y que el maratón reparta suerte.