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Actualizado: 07 ene 2020 / 08:10 h.
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  • Inés Arrimadas. / EF
    Inés Arrimadas. / EF

Inés Arrimadas apuntaba alto y ahora va camino del garaje que se las pela. Su partido, Ciudadanos, llegó a ser la esperanza para millones de personas, pero va también camino del garaje gracias a Albert Rivera, que se tuvo que ir después de un fracaso electoral mayúsculo. Al menos, el joven político catalán se fue de una manera digna. Arrimadas lució el pasado domingo en el Congreso un cartelito recordándole el currículo a la socialista Adriana Lastra, y este acto miserable le va a costar muy caro. Rivera hirió de gravedad al partido y ella le ha dado la puntilla. La gracia le va a salir cara, sin duda, porque cada uno tiene los estudios que tiene y la política no es solo para académicos brillantes. Grandes servidores del pueblo no han tenido estudios universitarios. Es más, destacados escritores y poetas españoles no han salido de la Universidad, sino del pueblo. España ha tenido y tiene a grandes sindicalistas como Marcelino Camacho o Diego Cañamero, que eran del metal o son del campo. Y viene ahora esta jerezana, mal educada en un colegio religioso, una lumbrera, a humillar a una mujer, Adriana Lastra, que está en política seguramente por vocación de servicio al ciudadano, como ella. Que Lastra no ha trabajado en otras cosas y vive de la política, pues como otras muchas personas, sin necesidad de dar nombres. La política es un trabajo, un negocio como otro cualquiera, y esta mujer decidió vivir de ella. Sacar un cartelito en el Parlamento, donde los hay de todas las ideologías, condiciones sociales y creencias religiosas, es un gesto feo y dice poco de quien cuando habla quiere dar lecciones de ética a todo el mundo. No, la falta de estudios no es algo que se le pueda arrojar a la cara a nadie y menos a una mujer que está ahí representando también a cientos de miles de personas que, por las razones que sean, no saben ni firmar. Yo mismo fui tres días al colegio y ni siquiera tengo el certificado de estudios primarios, algo de lo que no me avergüenzo porque no reniego de mi origen. Llevo cuarenta años escribiendo, tengo doce libros publicados, el Premio Nacional de Flamencología y algún que otro laurel más en el campo literario, además de miles de artículos, reportajes y entrevistas publicados en este y otros diarios. ¿Tengo que pedir perdón por no haber ido a la Universidad, señora Arrimadas? Y aunque hubiera ido, ¿por ser torpe para los estudios? Arrímese al garaje y hágase una buena revisión porque le va a hacer falta fuera de la política.