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Actualizado: 11 may 2022 / 21:26 h.
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  • Atrevidas mujeres caribeñas

Nacieron en dos países que comparten la misma isla, bautizada La Española por Cristóbal Colón en 1492. Fue dividida en dos tras el acuerdo de 1697, por el cual España cedió a Francia la parte occidental, que fue llamada Haití después de la sangrienta revolución de los esclavos que consiguieron su independencia, oficialmente declarada el 1 de enero de 1804. Así se creó el primer Estado negro del mundo. La relación entre las dos naciones libres que ocupan la isla, Haití y la República Dominicana, ha estado plagada de divergencias y tensiones, aún más cuando en 1937 aproximadamente veinte mil haitianos fueron vilmente asesinados, por orden del dictador racista Rafael Leónidas Trujillo, un horripilante acontecimiento conocido bajo el nombre de “La Matanza del perejil” y que hoy día podría ser clasificado de genocidio.

Al norte de la República Dominicana, en el municipio de Salcedo, nacieron en una familia de la pequeña burguesía, las cuatro hermanas Mirabal Reyes, y un varón que murió enseguida. Recibieron una educación formal y dos de ellas, Minerva y María Teresa, manifestaron gran interés por los estudios y pronto tuvieron inquietudes políticas, principalmente tras llegar al poder Trujillo. María Argentina Minerva, la tercera, nacida el 12 de marzo de 1926, fue una de las primeras dominicanas en licenciarse en derecho durante la dictadura y, junto con su marido también abogado, contribuyó a la creación del Movimiento Revolucionario 14 de Junio, de izquierda, que luchó contra el régimen. Acudió, obligada, en el año 1949, a dos fiestas organizadas por el caudillo, atraído por su belleza, pero este se sintió humillado al ser rechazado por Minerva, hecho que dio mucho que hablar y que marcó el inicio de las tribulaciones de la familia. El padre de las Mirabal, Enrique, un exitoso hacendado, murió dos meses después de salir de la cárcel la segunda vez, en diciembre de 1953. Sus dos activas hijas fueron también apresadas, torturadas y violadas. Las actividades de las hermanas inquietaban al tirano y era un secreto a voces que él quería deshacerse de ellas, sobre todo de Minerva, quien demostró nuevamente su gallardía al pronunciar esta famosa frase que quedó para la posteridad: “si me matan, sacaré los brazos de la tumba y seré más fuerte”.

El 25 de noviembre de 1960 fueron encontrados en la costa oeste, en el fondo de un acantilado, los cuerpos sin vida de Patria, Minerva y María Teresa, de 36, 34 y 25 años respectivamente, asesinadas por los llamados “Caliés”, integrantes del Servicio de Inteligencia Militar (SIM), policía política del régimen, tras visitar en la cárcel a los maridos de Minerva y María Teresa. Crimen odioso al que hace referencia el nobel Vargas Llosa en su novela La fiesta del chivo y fecha que dio origen al Día Internacional de la No Violencia contra la Mujer. Conocidas como “Las Mariposas” y acusadas de atentar contra la seguridad del Estado, fueron el adalid de la lucha de las mujeres dominicanas para conseguir sus derechos sociales y la igualdad, y sin duda las precursoras del feminismo en su país. La segunda de las hermanas, Bélgica “Dedé”, tuvo mejor suerte y murió en el año 2014.

La Administración norteamericana estaba harta de los excesos y abusos del déspota quien, molesto por las críticas del presidente venezolano Rómulo Betancourt, llegó a planificar su intento de asesinato que tuvo lugar en Caracas mediante un coche bomba, el 24 de junio de 1960; Betancourt y su esposa salieron del atentado con quemaduras de primer y segundo grado. Trujillo, “El chivo“, falleció en una emboscada, en Santo Domingo, el 30 de mayo de 1961 y, según se sospecha, con la complicidad del gobierno de Kennedy que temía el avance del comunismo en Latinoamérica, tras el triunfo de la revolución castrista.

Menos conocida es la biografía de Yanick Rigaud, pero no deja de ser apasionante. Natural de Haití, cursó sus estudios en la Escuela del Sagrado Corazón de Puerto Príncipe y, desde adolescente, demostró su sensibilidad y solidaridad participando en un programa de alfabetización en un barrio humilde de la capital. Tras terminar la secundaria, ingresó en la Facultad de Medicina del país a la vez que militaba en el clandestino partido comunista, siendo una mujer muy dinámica, según el intelectual haitiano Frantz Latour. Tuvo la osadía de luchar contra la feroz dictadura de François Duvalier, un médico que llegó al poder en septiembre de 1957. Su mandato inicialmente de 6 años, fue renovado en 1961, pero años más tarde mediante un referéndum, consiguió autoproclamarse presidente vitalicio con derecho a designar a su sucesor. Instauró un régimen de terror, sustentado sobre una siniestra milicia, los Tonton Macoutes, que hostigaba sin piedad a los opositores o a cualquiera considerado como tal. Los años 1968-1969 fueron los de plomo de la dictadura cuando algunos jóvenes, afiliados al PUCH (Partido Unificado de los Comunistas Haitianos) e influenciados por el triunfo de la revolución castrista, perdieron la vida en las mazmorras o bajo las balas asesinas de los esbirros de la autocracia. El miedo era tangible, y evidente la desconfianza entre amigos e incluso parientes, porque el gobierno no escatimaba esfuerzos para cometer los más alocados desmanes y los peores crímenes, con tal de enrocarse en el poder. Muchas familias se quedaron desmembradas o huérfanas por disentir; esta asfixia provocó un considerable éxodo de haitianos hacia horizontes más prometedores y seguros. Yanick murió el 2 de mayo de 1969, en la periferia de Puerto Principe, a los 22 años, defendiéndose con un arma en la mano cuando las fuerzas militaro-macoutes quisieron arrestarla.

Es parte de la historia de estas mujeres, hermanas geográficas, procedentes de sociedades patriarcales, “que dieron testimonio de la primacía de la lucha por resistir en toda situación de dominación”; adecuadas palabras extraídas del libro Respondona de la escritora y feminista negra norteamericana, Bell Hooks, y que definen a estas heroínas que intentaron liberar a sus pueblos de dos de las más obscenas y crueles dictaduras del continente americano. Sintámonos orgullosos de ellas.

El doctor Alix Coicou es médico-psiquiatra.