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Actualizado: 13 mar 2017 / 10:43 h.
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El conflicto entre Los Gitanos y el Consejo de Cofradías no deja de ser la puesta en la escena pública de dos formas de entender la organización de la jornada. Los Gitanos desea encontrar una solución a su problema individual, mientras el Consejo aborda el asunto como algo colectivo, porque influye en todas las cofradías de la jornada, aunque ello conlleve sacrificar a una hermandad. Probablemente piense que es mejor eso que romper el día por completo, como ya ha pasado en anteriores ocasiones.

La petición de los Gitanos es justa, porque con la ampliación del día en 45 minutos en 2016 y con los retrasos acumulados, sólo ha tenido 12 minutos para desalojar la Catedral antes de que empiecen los cultos. Eso no hay cuerpo de nazarenos de esa magnitud que lo resista. Pero aquí han fallado las formas, quizás motivado por un hartazgo de solicitar soluciones y no encontrarlas. De ahí que Los Gitanos haya roto unilateralmente el acuerdo alcanzado el pasado año por la Madrugada, lo que ha llevado al Consejo de Cofradías a reaccionar rápidamente –algo desconocido hasta ahora, pero que es lo que siempre se le había pedido- y ha impuesto su tesis de que todo va a seguir igual.

El problema tiene difícil solución, porque Los Gitanos quiere adelantar la jornada en carrera oficial 15 minutos, y eso acaba perjudicando al Jueves Santo, que ven cómo la Madrugada se las acabará engullendo, y a la propia ciudad. No hay que olvidar que hay muy poco margen para que los servicios municipales limpien las calles y el Consejo ordene las sillas de la carrera oficial por la que han pasado siete cofradías poco tiempo antes. Y en el tema de seguridad, el CECOP también tiene algo que decir, porque cambiar los tiempos implica volver a replantear todos los cruces. Y ya ha quedado demostrado que la opción de 2016 funciona mejor que otras.

Es lícito reivindicar soluciones a los problemas, pero no a costa de perjudicar a otros. Y en este caso la batalla –que no la guerra- la tiene perdida Los Gitanos, porque el vicario está posicionado. Y eso ya se lo ha dejado entrever en más de una ocasión al Consejo de Cofradías, señalándole como único responsable de la organización de la Semana Santa de Sevilla.

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