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Actualizado: 25 may 2020 / 07:44 h.
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  • Bernardo Ortiz: en Alaracón-Criado

Pulcritud, coherencia y un discurso completamente establecido es lo que se aprecia en una primera y general mirada hacia la obra de BRAULIO ORTIZ, este todavía joven autor colombiano (nacido en Cali en 1972), ya consolidado a través de una extraordinaria y extensa relación de muestras, muchas de ellas realizadas en foros, galerías, Centros de Arte, Museos, Ferias internacionales -y en la misma Galería ALARCÓN CRIADO- donde expone por tercera vez.

Cada obra es distinta por sí misma. Nos cuenta cosas, nos dice de la propia biografía del autor y del proceso que ha tenido la propia obra. Esto es, la biografía de la obra porque desde luego que la tienen mientras se están realizando, durante y después de cada una de las veces que se trasladan de un sitio a otro, de una casa a otra, de una habitación o una caja a otra porque en todos esos pasos, se les va adosando una pátina apenas perceptible, miles de partículas que no vemos pero que están ahí: motas de polvo, esporas, microfragmentos de lo que se le ha ido adosando en embalajes, lugares, desembalajes, vueltas a colocar en otro sitio, de modo que el resultado no es sólo responsabilidad del artista; también lo es de los agentes ambientales, la incidencia de las luces naturales o artificiales, la temperatura que dilata o contrae,...por no entrar de momento en la organicidad de la materia usada en concreto por BERNARDO ORTIZ.

Todas estas cuestiones las ha tenido en cuenta el autor, antes de plantearse la resolución de cada una de ellas. Los estudios, análisis de pigmentación, la experimentación con las tintas, los aceites, los diferentes tipos de papeles, su porosidad, transparencia, capacidad de absorción,...que ha realizado hasta llegar a su conclusión, han supuesto una especie de laboratorio alquimista, cuestión esta, la de la alquimia que le es muy afín.

Después, cada persona que la ve, la siente, la oye o la toca, la interpretará también de manera distinta. Estas son sólo y para empezar a hablar, tres causas de la grandeza del arte: la del enfoque del autor, lo que dice la obra y lo que nos decimos nosotros sobre autor y obra mientras recorremos las paredes y salas donde se exhiben. Su cultura y la nuestra. Su educación y la nuestra. Su pasado y presente, sus expectativas de futuro. Todo eso está ahí explícito o implícito sin que las más de las veces no nos percatemos.

Por eso nuestro análisis no será nunca imparcial, sino promovido por toda esta serie de acontecimientos que nos conforman.

Bernardo Ortiz: en Alaracón-Criado

He tenido la suerte de que JULIO CRIADO me “contara” las obras paso a paso, haciéndome apreciar las sutilezas de sus colores, las capas debajo de capas, de láminas o de los distintos procedimientos que ha utilizado, los dibujos -o mejor “no-dibujos”- porque se construyen casi solos gracias a las mezclas de materiales diferentes, la armonía de los papeles, las estructuras escultórico-arquitectónicas que ha usado como soportes, los homenajes íntimos que ha proyectado BERNARDO ORTIZ en cada una.

No pretendo hacer un sicoanálisis a cada artista partiendo de las obras que tengo por delante, pero sí entiendo que el resultado de una obra y de una exposición completa como es esta, intervienen mucho sus recuerdos personales, las experiencias de sus viajes –y concretamente estas que ahora muestra, las pensó o hizo en Japón, Londres, Madrid y ahora en Sevilla, donde hacemos una nueva lectura de su trabajo en un nuevo espacio que supone adaptar esa coherencia a un ámbito distinto.

Es difícil quedarse con alguna de las obras que presenta, porque sin darnos cuenta han producido una especie de secuestro, aun así diré que mis favoritas son los cristales monócromos que juegan con la transparencia y la opacidad, con lo tranlúcido, los reflejos que proyecta y recoge. En segundo lugar, los trazos minúsculos que componen un fragmento de una obra de REMBRANDT, con una habilidad de entomólogo. Por último la gran pieza hecha de piezas ensambladas, una especie de biombo sustentado por su contraposición espacial en la que ha colgado otros tantos ejercicios con el dibujo, la pintura, el color y la materia.

Se cierra la exposición con fragmentos recogidos en recuerdo de su padre, uno de los más famosos arquitectos colombianos, y con un site specific donde recrea un poema de SAMUEL BECKETT.

Bernardo Ortiz: en Alaracón-Criado

Curiosamente esta obra fue concebida antes del confinamiento, la pandemia, las consecuencias que ha supuesto en todo el mundo una situación como esta. Sin saberlo o sin proponérselo, pero intuyéndolo BERNARDO ORTIZ estaba haciendo una obra que se ha hecho muy acorde con los tiempos que vivimos por su referencias al desconcierto, a la locura promovida por lo que es a todas luces y a nivel planetario, una triste cuestión de EUGENESIA SOCIAL.

Ante la situación que esto ha provocado, los artistas no deberíamos permanecer impasibles y por eso, este gesto alcanza ahora también esta otra lectura. Curiosamente esta situación, es la que ha provocado que se demorara la inauguración hasta este viernes 22 de mayo, en que finalmente pudo abrirse al público física y no sólo virtualmente.

En cuanto a la (re)creación del último poema escrito por el autor irlandés –Folly for to- quería añadir que bien puede tener un correlato en las tres hojas sueltas –sujetas con la misma levedad que las demás obras- hecha sólo con letras tipográficas en una caligrafía similar a la de las capitales latinas. En ellas interpreta lo que el autor denomina POST-FORDISMO, una doctrina económica que considera la producción en cadena (a partir del fabricante de coches HENRY FORD), y ante lo que él reacciona promoviendo precisamente lo contrario, la artesanía, la manipulación, la sorpresa y el goce de ir descubriendo cada obra como una entidad en sí misma. Coherencia, pulcritud y un discurso completamente definido como dije al principio, en consonancia también con el conjunto de toda su obra.