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Actualizado: 10 mar 2018 / 22:12 h.
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¿Qué les pasa a los camioneros o, al menos, a algunos de ellos? ¿Será verdad eso que dicen sobre sus drogadicciones para combatir su agotamiento que termina por generar agresividad? ¿Es que antes no se trabajaba tanto? Un camionero ya no es garantía de ayuda, seguridad, orientación, para quienes vamos en un vehículo minúsculo al lado del monstruo que manejan ellos. Te acosan con pitadas estruendosas que te ponen nervioso con lo cual es peor el remedio que la enfermedad de un posible pequeño despiste que hayamos tenido. Te encandilan con señales de luces por el día y la noche, incluso en una autovía cuando conduces por el carril de la derecha y quieren adelantarte aunque aún tengan uno o dos carriles más para hacerlo. ¿Qué le pasa a este personal?

Ya hasta parar en una venta donde comen los camioneros no es garantía de buen yantar. Qué lejos quedan las canciones de alabanza a este pesado oficio, algunos de cuyos protagonistas pagan en este tiempo frenético sus frustraciones con los que se supone que somos inferiores, como hace el mediocre que siempre es fuerte con el débil y débil con el fuerte. Fue muy popular la canción de Roberto Carlos llamada Camionero. «Yo sé, voy corriendo en busca de ella / Corazón tan disparado / Pero yo voy con cuidado / No me arriesgo en marcha suelta». Pues anda que no ha cambiado la cosa, igual que oigo por la radio a camioneros que parecen cultos cuando llaman para espantar la soledad desde cualquier punto de Europa, he sido víctima de un hijo de la gran p... que en el mes de septiembre pasado, por la SE-30, me quiso matar. Lo digo con claridad porque fue así. Yo iba con mi familia, con mi hija pequeña incluso, y un sujeto que iba a toda leche y quería adelantarme dio un volantazo para que mi coche se desestabilizara. Mantuve la calma para no dar yo otro giro inadecuado al volante, pero me asombré mucho y de tal asombro no cae uno ni en tomarle la matrícula al presunto delincuente, sólo vi que era el típico joven, tal vez con demasiadas películas gringas en la cabeza y con una violencia interna que pretendió aliviar a costa de nuestra seguridad.

De una profesión romántica se ha pasado a carreteras congestionadas, horarios muy justos, control continuo y sueldos bajos a final de mes. En España, de media, un camionero gana unos 2.500 euros brutos al mes, lo que supone 1.900 euros tras los impuestos. Vale. Pero que no paguen con los demás sus berrinches, bastante menos cobran muchos albañiles, periodistas y profesores de universidad.