Image
Actualizado: 16 oct 2019 / 08:52 h.
Facebook Twitter WhatsApp Linkedin Copiar la URL
Enlace copiado
  • Imagen de los disturbios provocados por independentistas en Barcelona el martes. / EFE
    Imagen de los disturbios provocados por independentistas en Barcelona el martes. / EFE

En cinco minutos mirando la pantalla del televisor, he visto bengalas lanzadas contra los Mossos y la Policía Nacional, uniformes de los agentes manchados de pintura, lanzamientos de botellas, piedra y objetos de todo tipo por parte de encapuchados. Todo indica que se repetirán las cargas contra los manifestantes. Todo indica que la noche será larga y dura.

Esta manifestación no está formada por grupos de scouts despistados o seminaristas alelados o costureras molestas con el precio del hilo blanco. Son hombres y mujeres que quieren rock and roll, que no han llegado hasta aquí para encender unas velitas y compartir un café con magdalenas.

Contenedores ardiendo, disparos de los Mossos (supongo que son botes de humo o material antidisturbios), lanzamiento de harina, agresiones a la policía, barricadas. Los civiles (vecinos y comerciantes) intentan apagar el fuego y los manifestantes les agreden. Los bomberos son recibidos como lo son los furgones de la policía, a pedradas. Todo se va complicando. ¡Qué maravilla de movimiento democrático y pacífico!

¿Esta era una revolución marcada por las sonrisas? Pues no sé yo. Parece más una acumulación de protestas violentas que están aprovechando algunos para convertir las ciudades catalanas en un campo de batalla.

A todo esto, el president catalán, el tal Torra, sigue diciendo idioteces sin control. Ahora dice que es una contradicción pedir a la gente que se proteste y mandar a la policía para que les pongan morados y, a continuación, investigar la razón por la que los policías han hecho su trabajo. No es una contradicción, es una gilipollez de las gordas.

Cataluña se ha convertido en una auténtica locura y esto se terminará yendo de las manos de los políticos más irresponsables que haya sufrido el pueblo catalán. De las manos de un mediocre convertido en president que sigue a las órdenes de otro más mediocre aún que sigue fugado. Y aplaudido por un grupo de inútiles que no tienen otra forma de vida y serían capaces de hacer cualquier cosa para seguir cobrando su nómina.