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Actualizado: 25 jun 2022 / 10:30 h.
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  • Chema Blanco tiene un problema

En una entrevista de Alejandro Luque en El Diario, el actual director de la Bienal, Chema Blanco, arremete contra el crítico de El Mundo, Manuel Martín Martín, y un servidor, que ya no hago críticas en la Bienal, aunque haya opinado que la programación es un despropósito, obra de alguien sin idea. Estoy haciendo un esfuerzo por llevarme bien con este hombre y, de hecho, no le voy a decir lo que merece, aunque algo habrá que decirle después de su clara provocación. No recuerdo que ningún director del magno festival sevillano haya atacado a algún crítico de Sevilla, donde, en efecto, la crítica es dura y tremendamente exigente. Don Chema la tilda de “salvaje” y “deshonesta”, que son palabras fuertes. Le gustan solo los críticos a los que ablanda metiéndolos en el consejo asesor del festival. Tiene todo el derecho del mundo a opinar sobre los que juzgamos su trabajo en la Bienal, como es lógico, pero se equivoca claramente yendo contra quienes hemos escrito decenas de miles de artículos sobre la cita sevillana, a veces sin cobrarlos. Yo mismo cubrí las primeras ediciones, seis, en este diario, sin cobrar una sola peseta. La Bienal no ha tenido jamás un solo detalle con la crítica de Sevilla, ni con los medios. En cambio, este señor nos tilda de salvajes y deshonestos por juzgar su trabajo, que, puestos a decir verdades, es desastroso. Todavía no sabemos ni siquiera las actividades paralelas, aunque prometió que lo sabríamos en marzo. Estos días ha presentado varias veces la dimisión, no se sabe si como chantaje al Ayuntamiento o como farol. Ojalá no se vaya, para que sepa de verdad lo que es Sevilla, una ciudad crítica y dura. No solo los periodistas especializados en flamenco, sino la afición. Lo era ya en el siglo XIX, cuando aburrieron al mismísimo Silverio. Por este motivo, el Ayuntamiento debería buscar a un director que sepa mucho de flamenco y que conozca bien a Sevilla y a los sevillanos. Pero buscó a alguien que venía de cargarse el Festival de Nimes, el mejor de todos los celebrados en Europa. También le dará la puntilla a la Bienal, y me apuesto lo que haga falta, porque no sabe y, además, no le gusta que se lo digan. El problema de la Bienal no son dos críticos que nunca han estado en el consejo asesor, como es mi caso y el del citado compañero, sino que en el Ayuntamiento no tienen ni zorra idea de flamenco, de lo que Sevilla representa en este arte desde hace casi dos siglos. Éramos la Meca lo jondo y ahora somos solo el fantasma de lo que fuimos. Pero el director de la Bienal piensa que el verdadero problema son dos críticos “descontrolados” que buscan “protagonismo”. Un figura.

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