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Actualizado: 21 feb 2022 / 09:12 h.
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  • Foto: EFE
    Foto: EFE

En 1782 el conde de Floridablanca intentó reconquistar Gibraltar, mediante un ataque por mar desde Algeciras, con plataformas flotantes llenas de cañones para bombardear a los ingleses. El duque de Crillón era general al mando y el ingeniero Jean Claude d´Arçon diseñó las plataformas de asalto, confiadas al mando de Buenaventura Moreno, y apoyadas por una escuadra de la Armada Real Española al mando de Barceló. En la primavera de 1782 los tres primeros se reunieron en casa del conde, secretario de estado de Carlos III, y solo sacaron en claro, que no podían ni verse ninguno de los tres. Por otro lado, Barceló se mofaba del invento de las plataformas, y de Moreno que las mandaba.

La semana pasada, Julian -mi amigo y socio- y un servidor, fuimos invitados por Alberto y Alfonso -amigos y clientes- a ver su explotación ganadera y disfrutamos de una presa ibérica a la brasa, sentados al sol en un cerro del Andévalo. No fue un sacrifico precisamente.

Alberto fue alto directivo de trading en Abengoa, con destinos por todo el mundo. A su salida de la compañía, acudió en busca de consejos legales, y hoy es un buen amigo. En lugar de lamerse las heridas, montó su propia consultoría de trading en Sevilla e intermedia en operaciones mundiales de compraventas de commodities (trigo, maíz, etc). No compra y vende kilos, sino barcos enteros de cereal. Es un experto en mercados en el sector de la bioenergía. Su hermano Alfonso es de trayectoria similar, y rondan los cuarenta y tantos.

Ambos hermanos, dejan sus confortables trabajos de moqueta y sillon dos días en semana, y se van a la finca onubense donde tienen una pequeña explotación ganadera de vacuno de engorde. No son ganaderos ni tenían conocimientos del vacuno, pero son listos y saben que el ojo del amo engorda el caballo.

Sus vecinos de finca, son la típica familia local, padre y varios hijos, buenas personas de verdad, y toda su vida pegados al ganado. Los hijos, trabajan más que Stajánov en la mina, y el padre, sabe lo que le pasa a una vaca a un kilómetro de distancia y con un cerro por medio.

Y aquí viene lo bueno: el acuerdo alcanzado los dos vecinos.

Alberto y Alfonso citan en la casa de su finca a los vecinos a las 8 en punto, y con un café, una pizarra, y sus hojas Excel, exponen el plan de trabajo y los objetivos a corto o medio plazo: censo de reses, cubriciones, compra de pienso cuando esta barato, no “cuando viene el camión”, almacenaje de pastos que cultivan en la propia finca, etc. Han conseguido cubrir la cadena completa, desde el campo al restaurante consumidor final, controlando el transporte y la maquila por sacrificio.

Los vecinos aportan el saber acumulado de años, (que los cursis llaman expertise pero que en realidad es sapiencia), les muestran a los hermanos que hay imprevistos que el ordenador no contempla, y aportan la presencia día a día en el campo, vigilando ambas fincas, las cercas, vallados, embarque de reses etc., en los días en que Alberto y Alfonso no estan para ayudar, porque estan en su trabajo de moqueta en Sevilla o en cualquier país de Sudamérica, por ejemplo, donde se requiera estar.

Se llevan de maravilla, son mutuamente útiles para el otro. Y el resultado está siendo, además de una gran relación personal, una cuenta de resultados bastante saneada para la explotación ganadera de los propietarios de ambas fincas colindantes.

Julian y yo, ya hemos pasado los treinta años ejerciendo la abogacía, y algunas estructuras empresariales hemos visto; volvíamos en el coche comentándolo con admiración.

Las cosas pueden hacerse bien, si uno se empeña. Y casi siempre, el resultado acompaña.

Gibraltar, claro, no fue reconquistada en 1782, sigue siendo británica, y lo que queda.

Manuel Alonso Escacena es abogado