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Actualizado: 12 jul 2022 / 10:41 h.
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  • Cómo se crea un nuevo Partido

Viendo la puesta en escena de ‘Sumar’, el nuevo partido de Yolanda Díaz, se ve claramente que el proceso es el inverso al que sería de esperar de una democracia ideal. Según lo que estamos viendo: una líder se proyecta, se da a conocer, y empieza a esperar tener los seguidores suficientes como para que paguen una cuota y se forme tras de esa persona un partido político. En las elecciones locales, obtendrán votos en pueblos y ciudades miembros desconocidos de un partido porque la gente confía en el líder nacional. Es lo que ocurre con los nuevos partidos. Y empezó con Albert Rivera y Pablo Iglesias: líderes carismáticos, defensores de ‘democracias reales’, que sólo y exclusivamente por la fuerza de su carisma aglutinaron votos y concejales y escaños, alrededor de siglas nuevas.

Repudiamos intelectualmente los liderazgos pero, luego, no hay manera de vivir sin ellos. Los partidos sin líderes conocidos tienen una existencia invisible, como si no existieran, vamos, una aexistencia. En las últimas elecciones andaluzas se han presentado 22 partidos y 5 coaliciones. ¿Han llegado a conocer ustedes a más de 6? Supongo que los otros 21 partidos/coaliciones eran gente honesta que intentaba crecer desde las bases, se llenarían la boca de íntegras propuestas de regeneración democrática, repudiarían los liderazgos mediáticos, la manipulación de los medios de comunicación, la falta de democracia real y, después de gastarse su propio pecunio en minicampañas electorales, han sido intrascendentes y no han obtenido ni un solo escaño.

Todos lo hemos visto con cierta guasa cuando hemos entrado en la cabina de las papeletas (’Recortes cero’, ‘Nación andaluza’, ‘Falange’, ji, ji...). Pero esos, que lo intentan desde abajo, que tienen razón cuando critican a los votantes de líderes nacionales, que querrían construir una democracia de hombres y mujeres que votaran por el programa, por la ideología, por las propuestas, al final ven que la gente vota al que sale en la tele (no por casualidad ganaron en Estados Unidos los actores Ronald Reagan o Arnold Schwarzenegger).

Los ‘Nuevos partidos’, surgidos tras la crisis que recogió en la calle el 15M, creyendo hacernos un favor, lo liaron todo y, al final, consiguieron lo peor: quitarnos la esperanza de que otros partidos políticos, con otros usos, eran posibles. Ahora tenemos razones de peso para desconfiar de los tradicionales (que no venga Feijóo con su carita de bueno y de «yo no he roto un plato que fueron los anteriores», porque crecieron con el dopaje de las comisiones. Con pasta extra es más fácil manipular y ganar... Y ganaron y gobernaron con esas inyecciones económicas). Y ahora tenemos razones para desconfiar de los nuevos inventitos que vayan apareciendo. Y, sin embargo, no nos queda otra. Lo mismo se decía de la ‘Razón’ en la Postmodernidad: la Razón ha demostrado ser un instrumento débil, imperfecto, para comprender y gestionar la realidad, y, sin embargo, no nos queda otra que seguir intentando dirigirnos por la Razón (¿qué vamos a regirnos, por la Intuición?).

¿Serviría de algo pedirles que la próxima vez que voten lean los programas dejando a un lado a los líderes? Ya les avanzó la respuesta: no. No sirve de nada porque lo que hay de fondo es la condición humana, nuestra imperfección primigenia, nuestra necesidad de pensar poco y delegar en el líder de turno. Así somos y así seremos la mayoría, aunque haya algunos pocos concienciados que seguirán haciéndolo bien y que esperemos que crezcan. Yo hace tiempo que perdoné al género humano (al que pertenezco con todas mis imperfecciones), pero no dejo de avisar de que crear un partido desde la cúspide, como hace Yolanda Díaz es de una incoherencia intelectual de primera. Por si alguien quiere escuchar y pensar.