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Actualizado: 18 sep 2020 / 08:01 h.
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  • Un hombre mira las papeletas de voto en unas elecciones. / EFE
    Un hombre mira las papeletas de voto en unas elecciones. / EFE

Muchos hoteles van a cerrar o han cerrado ya. Quizá habría que hacer algo para evitar la ruina del sector. Como el Gobierno parece que tiene dinero para todo, estaría bien que financiara a todo el que quiera irse un mes a un hotel con todos los gastos pagados. Me vendría de lujo cambiar de aire y tirarme a la bartola. ¿Recuerdan cuando lo hizo el Partido Socialista? Lo hicieron para tener el voto de los pensionistas, pero a la vez para que tuvieran una calidad de vida que les habían negado en la dictadura. Con 10 euros echaban el día en Aracena y se ponían morados de jamón de pata negra. Soy insobornable, pero por algo así a lo mejor votaba a María Jesús Montero cuando se presentara a la presidencia de la Junta. Incluso a Susana Díaz, en serio. No vendería mi voto por dinero, pero por ir en autobús a Cazalla de la Sierra, ponerme púo de carne de venado y cantar la Internacional al regreso, lo haría sin titubear lo más mínimo. Mi madre votaba a Felipe González porque le había dado la pensión. Yo le decía que no es que se la hubiera dado Felipe, sino que a la hora de la jubilación era el que gobernaba, no Primo de Rivera. Cuando llegaban unas elecciones siempre me pedía que la llevara al colegio electoral y nada más entrar por la puerta, preguntaba: “¿Dónde están las papeletas de Felipe”. Era como yo, no le importó nunca decir lo que votaba. Ahora es a Zapatero al que tienes que votar, le decía. “Ni hablar, o voto a Felipe o no voto nadie”. Era comprensible, porque su vida fue siempre dura, un calvario, y en la época del líder de Bellavista hubo vidilla para los mayores. A Sánchez le vendría bien una pesca masiva de votos para no tener que pactar con partidos indeseables, y ahora que los hoteles están como están, con la soga al cuello, sería una buena manera de reactivar la economía y, de paso, recuperar adeptos interesados para el puño y la rosa. Quien dice viajes a ciudades y pueblos con encanto turístico, dice tablaos. Cuando puedan dar espectáculos, aunque sea para pocas personas, podrían organizar visitas a los tablaos andaluces, contarles la historia del flamenco y disfrutar de un buen cuadro. Si no se pueden abrir los tablaos, al menos llevarles el cuadro a los balnearios de aguas termales sería una buena idea. Ven a Rocío Molina como Dios trajo al mundo a La Macarrona, y no digo votar a Sánchez, sino a Ábalos, que ya es tener ganas de votar. Dando ideas.

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