Image
Actualizado: 14 feb 2023 / 08:06 h.
Facebook Twitter WhatsApp Linkedin Copiar la URL
Enlace copiado
  • Cuernos, desmayos y estupidez en La Isla de las Tentaciones

La Isla de las tentaciones es el programa más estúpido jamás realizado. Se trata de reunir a un grupo de jóvenes para que pongan los cuernos a sus parejas. Así, como si eso fuera divertido, como si que te la jueguen si no miras fuese algo divertido. Pero, en la edición que se está emitiendo estos días, se mezclan una serie de ingredientes que convierten el reality en un disparate total, en algo que va más allá de lo denigrante, en un circo lamentable.

Uno de los participantes se indigna al ver su alarma funcionar (si la pareja se pasa de la raya suena una sirena y se enciende una luz de diferentes colores dependiendo de quién sea el protagonista de la infidelidad). Se pone nervioso y se indigna, eso sí le mete mano a la que tiene al lado (alterarse es lo que tiene, te agarras a un clavo ardiendo para salir del paso). Al mismo tiempo podemos ver a otro sujeto rezando y pidiendo fuerzas para no meter la pata. De forma simultánea, otro dice que lo suyo con la que tiene al lado besándole no es lo mismo que lo que está teniendo su (ya) expareja con otro porque él lo hace con el corazón y la otra sin alma y sin nada (le falta decir que ella es una guarra o una ofrecida o algo así). También vemos a un tipo llorando a lágrima viva y, tres minutos después, en la cama con una señorita que andaba por allí. En fin, La isla de las tentaciones es un auténtico sinsentido que arrasa con una forma de entender la pareja que hemos dado por buena desde... ¿las cavernas?

No deja de tener su gracia ver cómo un individuo mira una pantalla, cree ver una infidelidad en curso, y comienza a llorar, a decir que le duele el pecho, a estirar la camisa hasta casi hacerla jirones. No deja de tener su cosa ver cómo un tipo que le está poniendo los cuernos a su novia se lleva las manos a la cabeza porque su pareja charla con un muchacho que parece estar en son de paz. No tiene tanta gracia ver que alguien se desmaya a causa de lo extremo de la situación.

Sea como sea, este programa representa lo más mezquino y lo más nauseabundo que podemos descubrir en una pareja que debe estar sustentada sobre, al menos, la confianza mutua y en la lealtad. Que este programa obtenga unas audiencias extraordinarias (sobre todo entre los jóvenes españoles) dice mucho de lo que somos y de lo que seremos en unos años. Para echarse a temblar.

ETIQUETAS ►