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Actualizado: 08 may 2022 / 09:50 h.
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  • El presidente de la Generalitat, Pere Aragonès, y el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez. / DAVID ZORRAKINO - EUROPA PRESS
    El presidente de la Generalitat, Pere Aragonès, y el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez. / DAVID ZORRAKINO - EUROPA PRESS

No sé si lo que está pasando en nuestro país con el escándalo del espionaje del Centro Nacional de Inteligencia (CNI), podría pasar en cualquier otro país europeo. Lo dudo, pero puede ser. Al final, si no paran, los ciudadanos vamos a saber de espionaje casi tanto como de la Covid o de estrategias militares de invasión de unos países a otros. Hay quienes no saben dónde está geográficamente Ucrania y hablan de los errores estratégicos de Putin y Zelensky. Nunca hemos sabido tanto de espionaje y de cómo funciona la seguridad del Estado. Hasta estamos oyendo a viejos espías contar con todo detalle cómo hacían su trabajo y hasta desvelando secretos que, aunque el espía esté ya jugando a la petanca, debería evitar contar cosas que nos puedan hacer daño como país porque nos deje con el culo al aire, o sea, con fama de vulnerables. Pero si hasta EH Bildu está en la Comisión de Secretos de Estado, cómo le vamos a pedir a un antiguo espía que cuente sus batallitas en la radio o la tele para vender novelas. De vivir todavía, Berlanga rodaría hoy la película de su vida, Espías de barbacoa dominguera, con Pedro Sánchez El Guaperas de protagonista y Margarita Robles de primera chica Bond. ¡Madre del amor hermoso! El CNI por los suelos, con todas las ventanas abiertas, y no solo no ha dimitido nadie sino que ni siquiera habrá una comisión de investigación en el Parlamento. Evidentemente, que el Estado investigue a unos golpistas que, indultados, siguen amenazando con romper España por la vía de la sedición, el espionaje está más que justificado. Pero que el Gobierno lo reconozca y diga cómo se hizo, con pelos y señales, es de una gravedad tremenda, que pone en entredicho la seguridad del país. No solo el Gobierno, sino los grandes medios de comunicación que se disputan entre ellos el derecho a cruzar líneas rojas que nunca se deberían de cruzar. Solo falta en este circo un serial sobre el asunto en Telecinco, Jorge Javier Vázquez y sus espías, para ser la burla europea. Que Dios nos coja confesados en la cumbre de la OTAN.

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