Los guardia civiles y los que quieran serlo tendrán que cuidar «la longitud, color y peinado del cabello, la longitud y color de las uñas, el afeitado o el uso de barba, bigote, perilla y patillas y el uso de maquillaje, y otros complementos y accesorios de imagen». Y está muy bien que así sea puesto que el que viste un uniforme de esas características debe saber que está sujeto a unas normas y unas disciplinas que elige de forma voluntaria; no se puede ser guardia civil o policía y parecer un adefesio. El día que un militar pueda ir por la vida con rastas o con una lágrima tatuada en el pómulo es que el Apocalipsis ya habrá sucedido. Sea como sea, Marlaska ha dado un plazo de un año a los guardia civiles para que eliminen los tatuajes visibles en sus cuerpos.
Hay que cuidar la imagen de los miembros de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado. Y eso tiene que ver con otra cosa que solemos defender sin tantos remilgos: hay que cuidar la imagen de todo; en el mundo actual todo es imagen, todo lo que se ve es importante (mucho más que lo que no se ve que directamente es negado: ¿puedes ver y tocar a los dioses? No, pues no existen). Así que está muy bien esto que les pide Grande Marlaska a los guardia civiles (por cierto, qué bonito recibimiento el que le brindaron los asistentes a un acto oficial en Córdoba al grito de ‘Marlaska dimisión’).