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Actualizado: 10 nov 2019 / 05:00 h.
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  • Dieta para prevenir la desorientación y el autoengaño

La misma sociedad española que hoy tiene la soberanía en las urnas, votando a favor de, o votando por miedo a, o votando en blanco como signo de cívica protesta, o incurriendo en la infructuosa abstención, es la que a título individual toma a diario multitud de decisiones, basadas en el conocimiento actualizado o en la ignorancia autocomplaciente, que, además de su vertiente muy personal, también inciden en el rumbo colectivo del país. Para mejorarlo o para entorpecerlo. Un ejemplo de bloqueo social: Ha disminuido un 28% el número de jóvenes españoles que deciden matricularse en las carreras técnicas, en las más vinculadas a la ciencia y tecnología. Son un 33% menos de chicas y un 26% menos de chicos. Datos oficiales del Ministerio de Educación, de todo el periodo 2010-2017. A la vez, como ya se predijo a comienzos de siglo, ha aumentado de modo exponencial la demanda por parte de empresas, en todos los sectores productivos, de trabajadores con formación en matemáticas, informática, ingeniería. Hay muchos perfiles profesionales vinculados a esos fundamentos donde la dificultad no es encontrar algún empleo, sino al revés: hallar personas capacitadas a las que contratar. Y son condiciones laborales bastante mejores en salario, en crecimiento de la cualificación y en aparición de nuevas oportunidades respecto a lo que sucede en muchos sectores donde prolifera la precariedad rayana en la indignidad. Esta irracional contradicción impera en el país de la Unión Europea con mayor porcentaje de jóvenes en paro.

Este colosal fracaso colectivo es la suma de millones de decisiones y abstenciones. En las familias, en los colegios e institutos, en las pandillas, y a solas. También tienen su parte de responsabilidad los partidos políticos por no saber encauzar la opinión pública hacia objetivos de referencia y, en cambio, contribuir de modo general a contaminar el ambiente social con dosis de desorientación y autoengaño. Pero, si hubiera coherencia entre lo que preocupa mayoritariamente desde el punto de vista individual: la búsqueda de empleo que favorezca un horizonte de bienestar, y entre las elecciones que cada cual toma para encaminarse mejor hacia esa meta, no se estaría reduciendo la matriculación en las numerosas carreras donde es muy superior la empleabilidad en cantidad y en calidad. Lo que debería estar aconteciendo es justo lo contrario: movilizaciones en las calles y en las redes sociales exigiendo que se incrementara el número de plazas en las facultades de Matemáticas, Medicina, Ingeniería Informática, Biología, Ingeniería Industrial, etc., y que se crearan en los institutos muchos más ciclos formativos de grado medio y de grado superior en materias de programación, robótica, automatización de procesos, ciberseguridad, biotecnología, análisis de datos, etc.

De esta necesidad, y de esta oportunidad, en una cuestión clave del periplo existencial de cualquier persona cuando se aproxima a la mayoría de edad, es bien sencillo encontrar en internet centenares de referencias fidedignas. Tardando solo escasos segundos en buscar. A un solo golpe de clic. Hay infinidad de noticias, informes elaborados a tal fin, testimonios de expertos, advertencias por parte de instituciones nacionales e internacionales,... Pero no están marcando tendencia. Piensen en este desfase y busquen similitudes de esta ceremonia de la confusión cuando se habla en España de inmigración, de pensiones, de cambio climático, de impuestos, de derechos y libertades,...

Dentro y fuera de las urnas hay que ponerse a dieta. El excesivo consumo de desorientación y autoengaño causa empanada mental.

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