El jueves la Asociación contra el Cáncer celebró su emblemática cuestación, fundamental para alcanzar sus objetivos de investigación y prevención y de apoyo a todos los afectados. Es antigua y estrecha la colaboración de las Hermandades con esta fecha –tanto que agradecer a todas– encargándose de numerosas mesas petitorias, y luego en una recíproca ayuda tanto económica como asistencial que se convierte en la estremecedora historia de tantos casos atendidos. Y ello extendido a toda la provincia. Incluso es la capital quien buscando esa cercanía humana de los pueblos está copiando su modelo, abriendo sucursales por los barrios. Pionera ha sido la Junta Local del Cerro del Águila cuya fuerza la hizo acreedora al poco de su existencia del título de Cerreña del Año, entregado en la última Velá de Septiembre. Han cosechado la simpatía y la colaboración de aquellos generosos vecinos, y la de sus entidades, entre ellas las Hermandades del Rocío y los Dolores, que redoblaron desde entonces su compromiso. Guinda emotiva ha sido la donación por parte de la cofradía del Martes Santo del Premio otorgado a su altar en el pasado Corpus. Y no es ya el importe, es lo simbólico del gesto, traspasando la alabanza al Cuerpo y la Sangre de Cristo, levantada por su priostía hasta convertirla en alivio del llagado cuerpo y la cansada sangre de sus hijos. El mejor consuelo para ese cerro de claveles donde se eleva crucificado el que nunca desampara ni abandona a los necesitados.