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Actualizado: 02 nov 2022 / 12:23 h.
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  • Imagen publicada en Facebook por el Ayuntamiento de Palomares del Río por los hechos de estos días.
    Imagen publicada en Facebook por el Ayuntamiento de Palomares del Río por los hechos de estos días.

Palomares del Río es un pueblo tranquilo, de una juventud sana y un microclima que invita a vivir allí. Cuando residí en la aldea de Cuatro Vientos, entre 1961 y 1973, era un lugar paradisíaco, sin grandes sobresaltos, unas huertas muy verdes y una tierra inmejorable para la siembra de trigo, algodón o pipas. Esta noche apenas he podido dormir por la trágica muerte, como consecuencia de una puñalada en el pecho, de un muchacho de solo 18 años. No sé qué está ocurriendo en nuestro país, pero esto se nos está yendo de las manos con tanta violencia entre los jóvenes. Esta mañana me han llamado algunas personas para preguntarme si el chaval era de familia palomareña o no, como si eso fuera importante. Espero que se haga justicia y que no vuelva a ocurrir algo así en nuestro pueblo ni en ninguna otra parte. Cuando abandoné Palomares para vivir en Sevilla, escuchaba a veces en la radio o leía noticias poco agradables en la prensa sobre el pueblo, y me ponía muy triste. Quizá he creado un festival de flamenco allí para que suene por otros motivos, en este caso cultural, que es lo que puede salvar el mundo. La violencia entre los jóvenes es un cáncer para la sociedad y en España hay demasiada violencia. Leí hace unos días que en Barcelona habían crecido los delitos en casi un 50%, lo que es una barbaridad. Presumimos de tener una juventud preparada, y no lo dudo, pero algo pasa porque no es normal tanta violencia. Hay mucho paro entre los jóvenes, demasiado, y, al parecer, los de familias humildes optan ya por aprender un oficio en vez de estudiar una carrera universitaria, en parte por falta de recursos económicos en sus familias y también porque cuando acaban la carrera no encuentran trabajo y tienen que emigrar buscando un empleo digno. No estoy justificando la violencia, pero algo tendrá que ver con lo que está pasando. No tiene sentido ninguno y es algo terrible, que haya jóvenes que salgan de sus casas con una navaja en el bolsillo, como si estuviéramos en el siglo XIX, cuando se llevaba la faca en el fajín o la pistola de chispa en el morral. En Sevilla, en sus cafés cantantes, rara era la noche que no salía alguien de El Burrero o El Silverio con las tripas en las manos. Pero estamos en el siglo XXI, en la era de la cultura, la comunicación y el conocimiento, y es terrible que un chaval muera en plena calle, de madrugada, con un puñal en el pecho. Es un enorme fracaso de todos, pero sobretodo de la clase política, que no es precisamente un ejemplo. Qué tristeza, Dios, con lo bella que es la vida. Me uno al dolor de la familia del muchacho y al de todo Palomares, donde se quedó mi niñez.

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