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Actualizado: 29 may 2023 / 18:32 h.
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  • El candidato a la alcaldía de Sevilla por el Partido Popular, José Luis Sanz, (i) junto a el presidente del PP en Andalucía, Juanma moreno (d) festejan la victoria. / Eduardo Briones - E.P.
    El candidato a la alcaldía de Sevilla por el Partido Popular, José Luis Sanz, (i) junto a el presidente del PP en Andalucía, Juanma moreno (d) festejan la victoria. / Eduardo Briones - E.P.

Por vez primera desde la constitución de los ayuntamientos democráticos, que tuvo lugar en 1979, el partido que obtiene más votos en Andalucía en unos comicios municipales no se llama PSOE. La victoria del PP en términos absolutos en la comunidad andaluza, con 1.480.995 sufragios a su favor, por encima de los 1.295.563 obtenidos por el conjunto de las candidaturas socialistas, consuma de modo relevante el proceso de cambio social y de alternancia. Y tiene más hondura si se aprecia que ese auge ha sucedido cuando la participación ha sido calcada a la registrada en 2019, poco más de un 61% del censo, solo 18.000 andaluces más han acudido a los colegios electorales. Y cuando Vox logra en Andalucía 77.000 votos más que en las elecciones locales precedentes. Es decir, resulta inapreciable en términos numéricos si ha habido algunos votantes de Vox (que en su gran mayoría son personas que durante muchos años han hecho suyas las papeletas del PP) que en esta ocasión se hayan decantado por el 'voto útil' de apoyar a candidatos populares para que ganaran a los de izquierdas.

Tanto en Andalucía, como en el conjunto de España, los resultados acreditan que el Partido Popular gana porque ha ampliado en el centro demoscópico el respaldo a su condición de alternativa. Y no solo porque haya recibido masivamente el voto de quienes han abandonado a Ciudadanos. Por ejemplo, si diéramos por buena la hipótesis de que los 276.000 andaluces que ayer ya no votaron a Ciudadanos han coincidido todos en respaldar al PP, la cifra no da para cubrir su aumento en 427.000 del número de votos. Al PP de Juanma Moreno, con su estilo más moderado que el de la 'derecha andaluza' de antaño, también lo están votando andaluces del espectro social de centro que en muchas ocasiones han apoyado al PSOE cuando lo han considerado un partido de Estado, centrado y tranquilizador. Por eso candidatos como José Luis Sanz han optado durante la campaña, en su caso para conseguir ganar las elecciones en Sevilla capital, pedir a votantes de izquierdas que el año pasado contribuyeron a dotar de mayoría absoluta al Gobierno de Juanma Moreno, que también confiaran en él para coger las riendas del Ayuntamiento hispalense. Y así ha sucedido.

El PSOE no ha logrado, por lo general en toda España, y tampoco en Sevilla, recuperar a un porcentaje significativo de los votantes que abandonaban a Ciudadanos. Desafección que era evidente iba a suceder. Ciudadanos, en su eclosión, se nutrió de personas que hace 10 o 15 años votaban al PSOE o al PP, hasta que se desmarcaron del duopolio bipartidista cuando en España se vino abajo la reputación de las instituciones por la corrupción, hasta el punto de que bajo cuerda se forzó la abdicación del Rey Juan Carlos. El escrutinio en el 28-M, tanto el municipal como el autonómico, confirma que al PSOE le penaliza gravemente en muchos municipios y regiones la inercia a la radicalización y a la polarización que tiene desde el Gobierno y desde el Parlamento nacionales, al estar enfrascado su día a día en una agitación continua con Podemos dentro del Consejo de Ministros, y cortejando a partidos como Esquerra y Bildu que son antiespañoles y antisistema. Esto lo dice hasta la saciedad un socialista como Emiliano García Page, que precisamente por ese estilo de socialismo centrado ha revalidado su victoria en Castilla-La Mancha.

A la vista está que el 'efecto Juanma' suma y el 'efecto Pedro & Yolanda' resta. La fragmentación de las candidaturas de izquierda aún no ha tocado fondo, porque el pulso fratricida entre Yolanda Díaz y el clan de Pablo Iglesias va a seguir generando fricciones dentro y fuera del Consejo de Ministros que generarán descrédito sobre algo tan serio como la gobernanza del Estado. Y aumentarán las presiones tanto en el PSOE como en Podemos para romper la coalición de gobierno y desmarcarse del otro con meses de antelación a la fecha en la que se convoquen las elecciones generales.

En Sevilla, con esos dos 'efectos' soplando a su favor, José Luis Sanz ha ido de menos a más en su larguísima campaña para darse a conocer en todos los ámbitos de la ciudad. Tras 14 años como alcalde de Tomares, ha demostrado su profundo conocimiento de cómo interactuar con el vecindario, qué decir a cada cual, tanto en las plazoletas como en las salas de reuniones, y qué temas sencillos y directos, como limpieza y seguridad, son los que realmente conforman las prioridades de la mayoría de la ciudadanía. Supo sacar partido al debate televisivo realizado en Televisión Española, donde su gran golpe de efecto ante la audiencia fue mostrar y explicar las órdenes internas de turnos en la Policía Local de Sevilla sobre el raquítico número de agentes que iban a trabajar los siguientes días para funciones como la protección de las mujeres acosadas por la violencia machista. Sanz dirigirá el Ayuntamiento sin incluir a Vox en el equipo de gobierno, igual que Espadas pudo ejercer durante dos mandatos como alcalde sin tener mayoría absoluta, y aprobando los presupuesto gracias a llegar a pactos con Participa Sevilla / Podemos, y también con Ciudadanos, o incluso con el PP.

Antonio Muñoz, en la noche de la derrota, ha enfatizado lo que era evidente desde antes de la quincena oficial de campaña pero casi todos los dirigentes socialistas han omitido expresar en público: era un error de bulto eclipsar el debate local o regional en cada lugar para superponer desde Madrid un modelo de confrontación en el que quien parecía presentarse a estas elecciones era Pedro Sánchez contra Alberto Núñez Feijoo. Pero en el vuelco electoral en Sevilla también influyen causas de índole local y andaluza. Ya no funciona el apriorismo de considerar que en muchos barrios desfavorecidos se van a conformar con votar siempre al mismo partido, aunque las condiciones de vida no mejoren sustancialmente, o lo hagan con mucha más lentitud que en otros barrios donde el bienestar circula a otra velocidad.

Sevilla necesita que José Luis Sanz y Antonio Muñoz forjen en el Ayuntamiento acuerdos sobre temas esenciales para que la ciudad afronte bien y rápido dos transformaciones que habitualmente han estado o pospuestas o a ritmo lentísimo: la regeneración socioeconómica de los barrios más pobres, y la extensión de una potente red de transporte público multimodal con la que se mueva la mayor parte de la población.