Una Exposición de la categoría y la envergadura que tiene la que hasta el 25 de Octubre de este año se exhibe en el CAIXAFORUM de Sevilla –El Espíritu de Montmartre en tiempos de TOULOUSE-LAUTREC- no puede resumirse en un solo artículo que reseñe los autores y obras más significativas, ni el esfuerzo que ha hecho su Comisario –PHILLIP DENNIS CATE- diría que casi toda su vida, buscando cualquier aspecto, imagen, afiche, programa de mano, álbumes, ... de todo los que ha logrado reunir aquí. Ni por supuesto el que ha hecho todo el equipo del CAIXAFORUM al traer esta muestra a sus sedes de Barcelona, Madrid y Sevilla.
La exposición representa –si se me permite afirmarlo así- una exageración de obras sobre todo en calidad, al dedicarla a uno de los cantos de cisne del arte internacional. Obras que aisladas o en su conjunto permanecerán en el recuerdo de los que hayan tenido la suerte de recorrerla, por muchos motivos, entre otros por el montaje escenográfico espectacular.
Un montaje que se distribuye por vitrinas, paredes, decorados, escenografías, audiciones, iluminación, objetos, libros, revistas, y un largo etcétera que componen las 350 obras que se han traído de museos públicos y colecciones privadas de todo el mundo. Obras que desprenden una belleza fascinante y recrean excepcionalmente el barrio parisino con su aura de alegría, fiesta, libertad, camaradería y risa que están presentes entre las obras maestras de ese género no siempre aceptado por los “puristas”, que suelen olvidar las artes gráficas tan extraordinarias como todas.
Esta percepción de época no sería posible, sin la tenacidad de PHILLIP DENNIS CATE, ni su afán didáctico para que lleguemos a amar a este periodo tan magnífico de las artes plásticas –y GRÁFICAS- tanto como lo hace él.
Tampoco lo sería, sin el equipo del CAIXAFORUM, que aunque sus exposiciones son siempre espectaculares, aquí han puesto el broche de oro. En ese equipo se encuentran los de la sede central de Barcelona, empezando por ELISA DURÁN, su Directora General Adjunta, quien firma la presentación, los autores de los textos –además de los de PHILIP DENNIS CATE, de SASKIA OOMS, MICHELA NICOLAI, LAURENT BIHL y RICARD BRU- los traductores MERCÉ BOLLÓ y JUDITH CUSIDÓ, la intérprete en Sevilla CLEMENTINA PERSAUD, el escenarista IGNASI CRISTIÁ, las restauradoras INMA MACHI y GEMMA CARO, ...y todo el personal de Sevilla con su director –MOISÉS ROIZ- al frente, la Jefa de Comunicación MARTA RECHE, la Organizadora de Sala, PATRICIA VELÁZQUEZ DE CASTRO, los encargados de Programación, monitores y todos los que han colaborado en esta “obra también total” que es la Exposición.
He aprendido muchas cosas en ella y reforzado ideas que tenía al ser sobrina nieta de un ilustrador (JUAN LAFITA DÍAZ) y haberlo estudiado desde este punto de vista, siendo consciente de las diferencias y afinidades que tiene con la pintura, sobre todo con la de caballete.
Lo he hecho porque no sólo se han traído las obras finales, sino los pasos intermedios y algunos originales, de manera que podamos ver similitudes y divergencias de todo tipo: de colorido, formato, pinceladas o tintas, texturas y las sutiles percepciones entre ellas, las calidades táctiles de los papeles, las nuevas técnicas de impresión, las publicaciones de difícil acceso, el ambiente, la importancia del trasbase de conocimientos que tuvieron, motivo principal de evolución artística e interrelación con otras artes.
También, por el repertorio instalado de algunas de las representaciones más conocidas del Teatro de Sombras, en donde las siluetas recortadas en planchas de zinc, el escenario original, la reproducción de una sala de proyección a escala real a partir de un fotograbado de la época, las láminas que componían las cubiertas y páginas interiores con las ilustraciones que se van desplegando ante nosotros, las obras de los artistas, la de los músicos, dramaturgos, empresarios de locales míticos e impresores, los lugares emblemáticos donde eclosionó una –otra- de las revoluciones más trascendentales de la historia del arte.
Tal y como lo entiendo, la ilustración es un mundo aparte dentro de las artes visuales, en donde hay autores que en exclusiva han optado –o no han tenido otra salida comercial para sus obras- que dedicarse exclusivamente a ella y al complejo mundo que significa, porque como veremos no es lo mismo pintar, que dibujar o ilustrar.
Por así decirlo son dos mentalidades distintas la del pintor y la del ilustrador, como lo es el del arquitecto con respecto al escenógrafo, el grabador con los orfebres o los orfebres en relación con los joyeros, aunque a veces aparenten ser muy similares. También habrá distancia entre la pintura mural y la que se hace para enmarcarla. Es cuestión de identificación con uno u otro modo de representación estética y técnica, con sentirse más a gusto con una o con otra.
Dibujar, supone fundamentalmente u trabajo con las líneas, un sistema de intensificación cromática en donde lo que le interesa o predomina es el trazo y la composición que se logra gracias a él dejando atrás la superposición de colores y matices, que sólo se conseguirán con la intensidad de aplicación muy alejado al pensamiento y el trabajo de los pintores, que se basarán fundamentalmente en el color.
Pintar por el contrario, supone aplicar precisamente materia cromática al dibujo, para que sean estos –los colores- los que prevalezcan en la imagen, que a veces consigue ocultar el propio dibujo que le sirve de armazón.
La silueta, contornos, dintornos, líneas, perfiles, ....son términos que se relacionan con el dibujo.
Manchas, masa, volumen, densidad de pasta,...son los que se vinculan a la pintura.
Por eso, la mentalidad de un pintor y la de un ilustrador van a ser distintas sin hablar de la rapidez de ver reproducida su obra y ser conocida por muchas personas, sea un cartel o un anuncio en un periódico. Obra que en principio pueden ver muchos, mientras que serían pocos los que conozcan las creaciones de un autor en una sala y sin que fuese un fenómeno de masas.
Por otra parte, la imagen reproducida, puede adquirirse a bajo costo, sólo comprando la publicación donde se inserta.
Además, puede volverse a ella una y otra vez, sea en la casa particular o en cualquier lugar que se conserve, como una Biblioteca, Hemeroteca, Museo, etc. en detrimento de la pintura –única- que se adquiere y a no ser que se reproduzca, se conocerá posteriormente en principio menos veces.
En realidad, el dibujante tiene ante sí un gran número de posibilidades desde el apunte a lápiz (hasta el dibujo acabado), al grabado calcográfico y las mezclas que puede hacer con las distintas técnicas y con el aguafuerte, resinas, carborundum, litografías, xilografías, serigrafías, y cualquier método de estampación artesanal. También, las que le brindan las técnicas de impresión fotomecánica, con planchas de metal (zinc), la foto o el huecograbado, cromolitografía, litografía en relieve y otras, como puede apreciarse perfectamente en la exposición. Una exposición que bajo el nombre del genial TOULOUSE LAUTREC, muestra a grandes y más desconocidos autores, y nos introduce en el mundo del taller, de los estudios, de las imprentas y los procedimientos de la ilustración. Y por supuesto que en el mundo de Montmartre.