Image
Actualizado: 05 nov 2022 / 09:55 h.
Facebook Twitter WhatsApp Linkedin Copiar la URL
Enlace copiado
  • La cantaora Carmen Linares y a la coreógrafa María Pagés inundan de su arte el Teatro Campoamor. EFE/Eloy Alonso
    La cantaora Carmen Linares y a la coreógrafa María Pagés inundan de su arte el Teatro Campoamor. EFE/Eloy Alonso

Que los Premios Princesa de Asturias hayan tenido en cuenta al arte flamenco, la música andaluza, ha sido una de las noticias del año, pero no ha contentado a todos. En nuestro arte, esto es difícil. No creo que nadie con dos dedos de frente discuta la categoría de la bailaora sevillana María Jesús Pagés o la de la cantaora linarense Carmen Linares, pero se ha discutido y no solo por la calidad o no de sus estilos, sino porque no son gitanas. Que en un arte con dos siglos de historia, como es el andaluz, sigamos con estos prejuicios, es descorazonador. Claro que hubiese sido hermoso, y muy justo, que uno de esos premios hubiera sido para la gran bailaora sevillana Manuela Carrasco, una de las artistas más importantes de la historia del flamenco, aún en activo. Pero el jurado se decidió por María Pagés, la bailaora y coreógrafa más internacional de este tiempo, con una carrera jalonada por innumerables éxitos en todo el mundo.

Me parece un premio muy bien dado y lo he celebrado como amante de este arte y también por ser sevillano y amigo de María Jesús. Lo hubiera celebrado igual si la afortunada hubiese sido Manuela, sin ninguna duda. Y espero que se le conceda otro año. Con respecto a Carmen Linares, artista con la que no tengo relación alguna desde hace años, es igualmente un premio merecido, que podía haber recaído en otras cantaoras, por supuesto. Pero no hay en la actualidad una cantaora tan completa y con una carrera tan importante, como la de Linares. Que lleve muda mucho tiempo no le resta importancia a su carrera. El Princesa de Asturias se concede a figuras relevantes del arte, la ciencia o la política, y Carmen lo es. No se le ha concedido por ser la mejor cantaora del momento, sino por su carrera y sus muchas aportaciones al cante jondo.

Me han parecido lamentables algunos comentarios en las redes sociales sobre lo injusto que es que nunca se tengan en cuenta en los premios a los artistas gitanos, cuando no es verdad. Recuerdo que los tres primeros monumentos a artistas flamencos de Sevilla fueron a la Niña de los Peines, Manolo Caracol y Antonio Mairena, con lo importantes que fueron Silverio, el Maestro Otero o Manuel Vallejo. ¿Hasta cuándo vamos a estar tirándonos los trastos a la cabeza con este manido asunto de gitanos y castellanos en el arte flamenco? Hasta hace pocos años, que un artista flamenco pudiera recibir un premio de esta importancia era algo tan difícil como darle un beso a la luna desde el fondo de un pozo. Paco de Lucía, que no era gitano, abrió esa puerta y han entrado por ella ahora dos grandes artistas. Creo que lo importante es que entre el flamenco y que lo de menos es sin son artistas gitanos o no. El orgullo es que sean andaluces.

ETIQUETAS ►