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Actualizado: 21 jun 2022 / 04:00 h.
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  • El candidato del PSOE a la presidencia de la Junta de Andalucía, Juan Espadas, (i) abraza al presidente del Gobierno de España, Pedro Sánchez.
    El candidato del PSOE a la presidencia de la Junta de Andalucía, Juan Espadas, (i) abraza al presidente del Gobierno de España, Pedro Sánchez.

Me estoy preguntando si la derrota tan enorme que ha sufrido la izquierda en Andalucía y las que vendrán detrás es la derrota de una generación que ignora los conceptos esfuerzo, méritos, jerarquías, callar cuando habla el que más sabe, no creerse el centro del mundo, asumir las obligaciones y responsabilidades de la selva que es la vida y las consecuencia de los actos. Ya está bien de generaciones comodonas que se la han montado de miedo para hacer pasar la indolencia y lo simple por progresismo. Todo progresismo, toda revolución, exige enormes sacrificios. Los votantes andaluces han apostado por la estabilidad y contra estos aventureros descarados que se creen más bondadosos y modernos que nadie porque estiman que ellos y sólo ellos se preocupan de los vulnerables.

La izquierda que el voto andaluz casi ha mandado a la papelera es la culpable de una educación que no forma ciudadanos con conocimiento sino niños eternamente mimados. Es una izquierda que se deshace en elogios a la necesidad de la memoria histórica y sin embargo orilla a la Historia y a la Filosofía de los planes de estudios. El pensamiento de izquierdas se fundamenta en las dos disciplinas mencionadas y en la Economía. El de izquierdas y todo pensamiento pero sobre todo el de aquellos que afirman querer transformar la sociedad. Me alegro de que alejen de mí a estos protagonistas del tinglado de la vieja farsa, los del lenguaje inclusivo, los misioneros sin sotana, los del veganismo y la protección del medio ambiente. Todo es palabrería, se refugian en la victoria electoral de la izquierda en Colombia y del avance de otra jaula de grillos en Francia. ¿Sobre qué bases van a actuar aquellos y los que tenemos aquí? ¿Sobre las palabras?

Si quieres enfrentarte a una estructura de poder baja a la arena y agarra el toro por los cuernos. No, este personal está hecho para el debate eterno, para emprender muchos proyectos y no culminar ninguno, para creerse los reyes del mambo que es como los han educado desde pequeños; consecuencia de esta educación son los múltiples quioscos que crean, sectas y grupos que caben en un taxi y que cuando huelen elecciones se apresuran a reunirse a ver si tocan algo de protagonismo. Este personal parece que vive en un universo paralelo que nunca se comunica con el que tenemos. Además son unos torquemadillas molestos y patéticos que crean leyes para privilegiar a quienes llaman poblaciones sensibles, marginadas. Desde el punto de vista científico, nada quieren saber de los enfoques complejos que simbolizan la punta de lanza del conocimiento porque podrían echar por tierra algunas de sus interpretaciones de la señorita Pepis. No quieren cambiar nada, aspiran a vivir en torno a ellos mismos con el cuento de que desean cambiar las cosas.

Esa izquierda débil y digna de lástima, alimentada y educada con las mismas ideas y nutrientes a los que pretenden combatir, esa generación del narcisismo es la que los andaluces han mandado al colegio para que estudien más. Allí se encontrarán con el fruto de sus desmanes en educación. Y en la universidad, en la que se han infiltrado, enseñarán el nuevo evangelio de la nada. En efecto, han conquistado el cielo, están en las nubes desde hace decenios.