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Actualizado: 22 dic 2017 / 21:19 h.
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Bécquer, aquel sevillano atípico que descansa en el Panteón de los Sevillanos ilustres por méritos propios contaba allá por 1861 como en el convento de Santa Inés, tocaba un famoso organista al cual iba a escuchar toda Sevilla, dando vida así a la famosa leyenda de Maese Pérez el organista, inspirada en el Convento de las Clarisas. «Todo el mundo fijó sus miradas en aquel punto. El órgano estaba solo, y no obstante, el órgano seguía sonando, sonando como sólo los arcángeles podrían imitarlo en sus raptos de místico alborozo». Dicho órgano estuvo situado siempre en el mismo enclave, hasta el pasado mes de marzo, cuando las monjas lo trasladaron a Alcalá del Río para su restauración. Y pese a que las monjas aseguran que no ocultaron nada, en la Consejería de Cultura de la Junta de Andalucía nadie se percató de ello y multaron a las doce clarisas con 170.000 euros, rectificando después y reduciendo la falta de grave a leve «porque la restauración se ha hecho de acuerdo a la ley» con la correspondiente reducción económica, cuya cuantía sufragarán generosamente, las Hermandades que procesionan el Martes Santo. Bécquer, ese vecino de San Lorenzo de mirada melancólica que dejó un estilo rompedor en su prosa y en su verso, que nos dejaba una tormentosa tarde madrileña de diciembre tras una vida de desasosiego y romanticismo, marchándose sin saber que le cedía el testigo a genios como Juan Ramón o Cernuda y sin saber que aquel el órgano que a pesar de haber muerto su organista seguía tocando solo, pudo no volver a sonar en Nochebuena en el Convento de las Clarisas.

Bécquer, aquel sevillano atípico que descansa en el Panteón de los Sevillanos ilustres por méritos propios contaba allá por 1861 como en el convento de Santa Inés, tocaba un famoso organista al cual iba a escuchar toda Sevilla, dando vida así a la famosa leyenda de Maese Pérez el organista, inspirada en el Convento de las Clarisas. «Todo el mundo fijó sus miradas en aquel punto. El órgano estaba solo, y no obstante, el órgano seguía sonando, sonando como sólo los arcángeles podrían imitarlo en sus raptos de místico alborozo». Dicho órgano estuvo situado siempre en el mismo enclave, hasta el pasado mes de marzo, cuando las monjas lo trasladaron a Alcalá del Río para su restauración. Y pese a que las monjas aseguran que no ocultaron nada, en la Consejería de Cultura de la Junta de Andalucía nadie se percató de ello y multaron a las doce clarisas con 170.000 euros, rectificando después y reduciendo la falta de grave a leve «porque la restauración se ha hecho de acuerdo a la ley» con la correspondiente reducción económica, cuya cuantía sufragarán generosamente, las Hermandades que procesionan el Martes Santo. Bécquer, ese vecino de San Lorenzo de mirada melancólica que dejó un estilo rompedor en su prosa y en su verso, que nos dejaba una tormentosa tarde madrileña de diciembre tras una vida de desasosiego y romanticismo, marchándose sin saber que le cedía el testigo a genios como Juan Ramón o Cernuda y sin saber que aquel el órgano que a pesar de haber muerto su organista seguía tocando solo, pudo no volver a sonar en Nochebuena en el Convento de las Clarisas. ~

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