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Actualizado: 19 jul 2020 / 04:00 h.
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  • El pedo, ¿síntoma de contagio?

Es casi lo único que falta ya: que nos anuncien que la proyección de una ventosidad podría ser síntoma de contagio por coronavirus modelo Sars Cov2. Fíjense lo que les digo: podría. Y es que el podría está a todas horas en los medios cuando se hacen eco de las investigaciones de unos y otros o de las opiniones de unas y otras personas a las que se les supone doctas en diversas materias. Claro que si nos dicen podría también podría ser no podría, con lo cual tal vocablo es en el fondo una especie de noticia falsa, un cachondeo, vamos.

Lo primero fue que el virus es una variante de gripe, pero gripe, a fin de cuentas, un catarro como el de Bolsonaro o Johnson, dos nuevos neodarwinistas con caché, dos cazadores cazados. También lo decía desde Roma Lorenzo Milá por TVE: “Oigan, que aquí los médicos dicen que esto es una gripe”. Luego empezaron con los síntomas específicos: dolor de cabeza, malestar general, dolores musculares, fiebre que se eleva de pronto y va a más y falta de aire.

A continuación, añadieron que los desórdenes intestinales también son síntomas y que el virus venía por el aire y que era capaz de estar esperando en la tapa de un piano no sé cuántas horas a que llegara el pianista a levantarla para torturar a los presentes con alguna canción de Rosalía o de David Bustamante. El virus se vengaba de tal despropósito saltando sobre él. Y el colmo ha sido lo último, digo, perdón, lo penúltimo: la depresión, la angustia y la ansiedad también acompañan al coronavirus.

Todo según investigaciones por supuesto de universidades casi siempre anglosajonas que ya se sabe que son la leche de buenas y lo que digan es como si hablara el Oráculo de Delfos, sobre todo si lo dice Cambridge que se ha tomado la libertad de decidir que el curso que viene será online, menuda forma de hacer universidad, el online nos ha dejado para el arrastre este curso con todo su ritual cibernético y la desconcentración que produce un aparato luminoso lleno de ventanas donde hay que estar pendiente de cuatro o cinco cosas a la vez sin desviarte de la explicación central.

Me tomo algo tan serio a mofa porque están creando en la gente más miedo aún del que ya tiene y ni por esas nos ponemos las mascarillas y es que muchos están hartos de una pandemia que tiene lados oscuros aún. Para empezar, tendríamos que llevar todos mascarillas no sólo para no contagiar sino para no ser contagiados por los cabezotas que prescinden de ellas. Para seguir, Rusia produce medicamentos que está colocando en América Latina y no echamos cuenta de eso, les prohibimos la entrada a los estadounidenses y para que no se enfaden los yanquis hacemos lo mismo con los rusos cuando ambas situaciones son muy distintas.

Lean, por favor: “Angustia, depresión y ansiedad pueden ser síntomas de que el coronavirus ha penetrado en nuestro sistema nervioso”. Así titulan los medios, en este caso la web de Tele 5. Ahora, en lugar de podría, es “pueden ser” de lo cual se deduce que también pueden no ser. ¿Quién dice eso de “pueden ser”? La Universidad de Cincinnati (Estados Unidos). Bueno, bueno, si es la Universidad de Cincinnati a cuadrarse todo el mundo.

Cuidado con tanta supuesta ciencia porque la investigación tanto científica como periodística no está para abrir interrogantes y asustar más sino para cerrarlos. Se cierra uno y se abren otros que quedan sobre la mesa del investigador, pero a los públicos se les ofrece seguridad, no miedos. Oiga, es o no es, pero no podría ni puede ser, eso no es ciencia. Por lo que leo, los señores de aquella universidad le han preguntado a un número concreto de contagiados si se sienten tristes, angustiados o con ansiedad. Y, claro, han dicho que sí. ¿Quién narices no va a sentir algo de eso en un mundo como éste y más si vive en un país como EEUU donde andarán cerca de los 140.000 muertos? ¿Acaso no recordamos que hace ya bastantes años se anunció que la depresión iba a ser una especie de pandemia en estos años 20 del siglo XXI? ¿Acaso el número de suicidios en el mundo no ha aumentado espectacularmente, empezando por la población joven?

Les diré cómo funciona la mala investigación. Se elabora un proyecto, se le presenta a una institución pública o privada y si te lo aprueban te dan una buena pasta, pero debes presentar resultados para justificar el dinero. Eso exige años, pero parece que ahora el más tonto hace un reloj y te descubren un síntoma en un momento. Luego lo hacen público y como el miedo y las universidades anglosajonas venden, todos los medios a publicarlo y los investigadores les dicen a sus mecenas miren qué buenos somos.

Por tanto, no se extrañen de que pueda aparecer de pronto una noticia que diga: “Según la Universidad de Chichinabo, en Estados Unidos, el Sars Cov2 podría ser el causante de las ventosidades, ya no hay excusa para no ponerse la mascarilla”.

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