Más de mil quinientas personas asistieron el pasado sábado al Potaje Gitano de Utrera. Es la fiesta de los gitanos, el gran día para el compás y la hermandad en armonía. Fue emocionante ver y escuchar a una cantaora malagueña con más de ochenta años, La Cañeta, que formó un lío. Y disfrutar de un genio como es Miguel Funi, al que homenajearon en la tierra de Fernanda y Bernarda. La personalidad de El Capullo, el pellizco de Pedro el Granaíno, las estampas gitanas de la gran Manuela Carrasco y un cuadro de artistas de Utrera encabezado por El Cuchara, casi noventa años de arte concentrado en un cuerpo pequeño que aún vibra con el compás. Y con él, dos bisnietos que apuntan maneras y un Manuel de Angustias haciendo regresar a Bambino. Seis horas en una silla de plástico, primero con un viento tarifeño y luego con un calor insoportable. El Potaje no pasa de moda, Utrera sigue siendo la primera referencia del pellizco flamenco en Sevilla y los jóvenes gitanos de la Hermandad se han hecho cargo de un legado que en otras localidades lo han guardado en un trastero. Eso sí, a Utrera hay que ir sin prisas y sin nada que hacer al día siguiente.