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Actualizado: 23 sep 2020 / 10:07 h.
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  • Aquilino Duque. / Javier Cuesta
    Aquilino Duque. / Javier Cuesta

En esta ciudad, por un lado, se dice que el sevillano contempla cada mañana su propio lugar hacía un infinito donde el atractivo y lo placentero se adueña de él completamente pero que finalmente todo termina en una divagación y una tristeza casi perenne. Es una forma de perder esa o aquella oportunidad que marca la línea ascensional de la vida. Pero no adelantemos acontecimientos. Por otro lado, tenemos un río que da lugar a un verdadero itinerario anecdótico de todo lo que ocurre en sus dos orillas, Sevilla y Triana, Triana y Sevilla, y que es merecedor de reunir a un grupo de estudiosos que analicen la psicología popular de las dos orillas. Aún así, este vaso sanguíneo de Andalucía siempre ha tenido una gran influencia sobre la literatura, aunque hoy en día sólo es un tema comercial y no nos aprovechamos de él más que cuando las tragedias lo llevan a los noticieros. García Lorca, Alberti, Camilo José Cela..., todos han hablado del Guadalquivir. Pero aguarden que Triana posee el privilegio de tener a un nacido en el barrio que no sólo ha escrito del Guadalquivir, sino que vino al mundo en su regazo. Porque Aquilino Duque, poeta, traductor, ensayista, narrador y uno de los supervivientes (por no decir el único) de una generación que se codeó en amistad y literariamente con Rafael Alberti (dijo de Aquilino Duque que era el poeta del Guadalquivir), Dámaso Alonso, Miguel Delives, Octavio Paz, Camilo José Cela, Jorge Guillén, Ramón Carande, Romero Murube, Antonio Gala, María Zambrano, Vicente Aleixandre o José María Pemán entre otros muchos, es de esta orilla, de la que al desperezarse tienes los buenos días de la propia Torre del Oro.

No es objetivo remarcable en este artículo el curriculum de don Aquilino pues tendría para varios días, pero sí hacerles ver que Triana tiene el privilegio de haber parido a un Premio Nacional de Literatura al que no se le ha reconocido públicamente. Quizás mucha culpa la tenga la incultura galopante de unas autoridades municipales que cegados por su objetivo de la guitarra y el taconeo trianero, se olvida de un personaje que ha convivido plenamente con la generación del 27....esa misma a las que muchos deberían leer si no quieren caer en el ataúd del analfabetismo literario más pleno. Una persona que dice en sus versos “yo nací junto a un cine de verano en Triana/ entre fraguas y alfares” refleja el orgullo de ser trianero.

Desgraciadamente en otros de sus versos tan bien pronosticaba el futuro político del país cuando decía que nació con un cine de ruidos, aunque ahora prefiere el cine mudo. Porque en esta Sevilla de Plaza Nueva como sala de máquinas no han querido entender lo que en esta orilla ocurrió hace más de 90 años. Y para esos teólogos de la política municipal más rancia y sectaria y cuya incultura literaria es difícilmente superable les diré que un gobierno municipal de Izquierda Unida (a mí la guardia que viene otra de Foxá) en el pueblo de Zufre, ya rindió homenaje público a toda la familia Duque incluido un azulejo con versos del trianero. Pero aquí, en esta orilla de Sevilla, la mala prosa política municipal no ha querido saber nada. Triana, sin saberlo, tiene un gran privilegio que este Ayuntamiento engominado sólo para festejos e inauguraciones no quiere ver. Por eso, la política municipal actual sevillana está regida por inoperantes arqueólogos de una cultura falsa donde aprueban o deniegan según dicte su ideario político. A lo mejor deberían preguntar al mismo Alfonso Guerra y cambiarían de opinión.

Ojalá mañana se presentaran ante nuestros responsables políticos los Romero Murube, Alberti o Dámaso Alonso (y seguiría la cola literaria) para llevar a cabo un inicio docente sobre la figura de Aquilino Duque que nació en la calle Betis y que Octavio Paz (dícese de un Premio Nobel de Literatura) dijo que era un hombre de mirada lúcida, irónica y de amistad. Pero aquí esto parece que se toma a chufla.

Ya ven que mientras el Guadalquivir y Triana acogieron con agrado a don Aquilino Duque hace más de 90 años, algunos siguen la astracanada de una obra en la que Sevilla sale, por ahora, mal parada. Sigan jugando a demostrar su ignorancia literaria y nos servirá a algunos para recordarles que en Sevilla tenemos privilegios de los que se puede presumir. Sólo les digo que la suerte no es algo que vuele por el aire y esta aventura articulista es solamente una leve ironía para hacer meditar a esos que hacen de la incultura una forma de vida (con el agravante de ser servidores públicos) y que en Triana se le debe algo a alguien al que Romero Murube apodaba “el duende”. Y ahora, cállense y entiendan de una puñetera vez (es frase de mi padre) que bajo sus pies tienen a una nobilísima y milenaria tierra de Sevilla, la de las enigmáticas sorpresas que no pueden ni deben desaprovecharse en vida porque para homenajes póstumos ya tenemos el cementerio a rebosar.