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Actualizado: 10 ene 2017 / 14:18 h.
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  • Monchi, pensativo durante la rueda de prensa en la que se presentaba a Gabriel Mercado como sevillista. / Manuel Gómez.
    Monchi, pensativo durante la rueda de prensa en la que se presentaba a Gabriel Mercado como sevillista. / Manuel Gómez.

La etapa de Monchi en el Sevilla ha llegado a su fin. El de San Fernando ya ha trasladado al club su decisión y esta vez no habrá vuelta atrás. Así se lo ha dicho el propio director deportivo a Pepe Castro, al que no le queda otra que asumir la realidad. Son muchos, me incluyo entre ellos, los que pensaron que este día jamás llegaría. De hecho, son todavía más los que creen que habrá vuelta atrás y Monchi seguirá en Nervión. Nada más lejos de la realidad, pues esta vez se ha molestado en no cometer errores del pasado.

El primero y más importante, tratar esto de puertas para adentro evitando así el molesto runrún del siempre exigente entorno sevillista. Pero tarde o temprano tenía que saberse y así ha sido. La noticia, que fue adelantada por este periódico en la tarde de ayer, corría como la pólvora a través de los distintos foros. En El Correo se confirmaba un secreto a voces, pero al que nadie había puesto fecha todavía. Ha tenido que ser el propio Monchi el que añada la caducidad al envoltorio. Se ha repetido hasta la saciedad, en Nervión salvo el estadio y el escudo, nada ni nadie es imprescindible. De hecho se ha demostrado en muchas ocasiones, pero esta vez será bien distinto. El Sevilla, como club, no debe resentirse, pues se han preocupado en esta última década en crear una estructura lo suficientemente sólida para que en Nervión no se mueva un varal, que diría aquél. Eso sí, las sensaciones son bien distintas. Hablamos del profesional más influyente en la centenaria historia del Sevilla. Su trabajo no sólo aportó en el apartado económico y deportivo. El Sevilla actual y su modelo de gestión son ejemplo para el resto de clubes europeos, entre otros profesionales, gracias al propio Monchi. Un tipo raro, tímido e introvertido, al que alguno sigue sin entender. Son muchos los sevillistas que criticarán su marcha, e incluso habrá quien llegue a hostigarle en las redes sociales. Pero el sevillismo es inteligente y sabe que este momento llegaría más pronto que tarde y que, hasta el último día y como él mismo ha pedido, se le exigirá tanto o más que en el pasado. Y en eso anda ahora el consejo de administración. Monchi se irá dejando los deberes hechos; con el mercado de invierno cerrado, el equipo reforzado y la nueva dirección deportiva definida. Esa es su misión a partir de ahora y en ello centrará sus esfuerzos. Si tiene el mismo ojo que con los jugadores, capaz es de dejar al frente de la dirección deportiva uno que lo haga mejor, que ya es difícil. Bromas aparte, ese debe ser su último servicio al Sevilla y al sevillismo. Y que no se equivoque nadie, no es una cuestión de dinero, aunque debería serlo. Por si no lo sabe, no es, ni de cerca el mejor pagado en su puesto.

Llega el momento de ponerse en pie, aplaudir y respetar la decisión de un hombre al que poco o nada puede reprochársele, primero como profesional y, después, como sevillista. El mito pone fin a un capítulo más, pero ni mucho menos a esta historia, pues estoy convencido de que tarde o temprano habrá más. Arrivederci, León. Y suerte.