Image
Actualizado: 25 nov 2019 / 08:16 h.
Facebook Twitter WhatsApp Linkedin Copiar la URL
Enlace copiado
  • El Silencio Blanco habló

San Juan de la Palma ha volado en los últimos días. Y han volado tantos poemas de sevillanos que hasta allí se han acercado que San Juan de la Palma ha sido todo un blanco de Luna llena. Porque la Virgen de la Amargura es tan capaz de cruzar fronteras que cuando se Le ve por primera vez, se musita que en Ella nace el verbo amar y que su cara irradia libertad y sentimiento. Por eso, desde entonces, será siempre mi suspiro y la que guarda el camino.

Quiero, Virgen de la Amargura, que el fuego del alma de Tus hijos se queme con el sosiego que envuelven tus manos y Tu cara de verdad. Quiero que todos esos versos que te han llegado durante estos días despierten Tu consuelo para que siempre fluya (¿verdad Charo?) Tu paz. Tu eres un silencio que desprendes la libertad de sentirte en cada amanecer.

En mi caso la verdad es que nuestra historia, Amargura, fue muy particular pero no recuerdo ni porqué nos encontramos. Aunque mi despertar comenzó cuando Te vi los labios; desde entonces, cada día, eres mi regalo. Y Te aseguro que mi amor no es una tormenta de verano. Tampoco es prudente que Te oculte mis defectos porque ante todo pido que el mundo se convierta en un desierto donde sólo pudiésemos estar los dos.

Nada en este globo impide a un hermano de San Juan de la Palma sentir y pensar que ya formas parte de ellos y que siempre habrá valido la pena esperar hasta encontrarte. Los amarguristas han flotado durante estos días en un Universo azul al contemplar a la Virgen de la Amargura junto a ellos.

Yo sólo puedo decirte Amargura que un día de frío llegaste a mi puerta y me dejaste Tu costado de Madre mientras yo buscaba Tus besos; ahí me prendé de Ti. Y me colgué en Tus labios mientras deseaba que vistieras todas nuestras noches.

Qué fácil es querer a la Virgen de la Amargura buscando siempre sus labios para oír Su respuesta. Dime Madre que nunca Te olvidas de nosotros cuando naufragamos y estamos en soledad. Porque en estos días que tantas huellas has dejado en los labios de los sevillanos que hasta Ti se han acercado, me diste la palabra y el sabor a una vida; la vida que Tu quieres que lleve.

Los que vamos a San Juan de la Palma nos asusta los minutos y los segundos que podemos pasar sin pensar en la Virgen de la Amargura. Si la Amargura me llama yo le hablo porque la ternura de nuestro amor es buscarnos entre labios. Es convertirme esclavo de lo que es nuestro amor.

¡Cómo en estos días, así quiero que se vistan mis noches! Porque, Amargura, debes saber que Te hablo mientras atardece en Tu casa de San Juan de la Palma. Y Te aseguro que debes sentir los mismo que yo siento porque lo nuestro es pura melancolía de ternura.

El pasado día caía la noche en silencio mientras la ciudad comenzaba a dormir y yo estaba en la verja de San Juan de la Palma recordando que a esas horas Te estabas vistiendo. Poco a poco pensaba como estarías al día siguiente y recordaba como contigo el verbo amar no es suficiente. Buscaba en Tu puerta el camino que contigo nunca ha perdido. Por eso Madre, no me apartes de Tu lado mientras calientas con Tus manos mi aliento diario. Dime como ahogo mi silencio sin verte y como puedo buscar en Tus labios la dulce miel; por eso, no me apartes nunca de Tu lado.

Estos días has estado cara a cara con Tus hijos y has mostrado la profundidad de Tu mirada. Cuando estuvimos a solas pensaba en cuánto me han dado Tus labios y que nunca me han pedido. Son Tus labios los que dan a la sombra de Tus hijos la luz diaria.

La Amargura es de esas Vírgenes sevillanas a las que se le dice que sin Ella no es posible vivir y cuando estamos lejos no se nos va de la cabeza cayendo en un mar de confusiones y hasta se llora por los rincones. Es entonces cuando se nos rompe el azul del cielo sevillano. Por eso, Amargura, procuro llevarte muy dentro pero nunca podré borrar la pena de no verte más a menudo y siempre pienso que Tu mirada, que es la mía, si no la tengo, me vuelvo loco; esos son mis sentimientos. Los de cualquier amargurista apasionado.

Ya sólo queda que se abran las puertas de San Juan de la Palma un Domingo de Ramos mientras mis labios rezan ¿habrá mayor placer sin límites para mi alma?

ETIQUETAS ►