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Actualizado: 20 jun 2015 / 00:30 h.
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Los ácratas a la violeta y los ingeniosos del Twitter decían tan ufanos que no pasaba nada si permanecíamos mucho tiempo sin gobierno. Dentro de unos días comprobarán la diferencia. Lo mismo le va a pasar a los nuevos consejeros del gobierno andaluz. Cuando termine el brevísimo periodo de gracia de estos momentos no les van a dar ni los cien días de respeto sino que el lunes ya se les acumularán las presiones.

Para que no haya dudas debo decir que desde el principio me he sentido atraído por la inteligencia política, la capacidad de empatía y una gran habilidad en los procesos políticos de la presidenta Susana Díaz, que le dota de cualidades fundamentales para gobernar. Los que asoman una superioridad intelectual que habita sin motivos en su ego, esos, han visto ya que administra el poder con acierto.

Creo que ha dado la talla en este periodo que se inició con la convocatoria de elecciones y ha terminado con la formación de un gobierno solvente.

Y lo van a comprobar sus adversarios, necesitados ahora de afinar la puntería y actualizar discursos que ya se han quedado antiguos, si quieren parar la cuesta abajo a donde les ha llevado la presidenta.

Adelantar fue un acierto a la vista de los resultados del 24 de mayo en otras comunidades. Esperar a lograr el acuerdo conveniente sin precipitación ha permitido situar a los adversarios en la oposición sin contrapartidas gravosas. Y el gobierno que acaba de elegir admite pocas críticas a priori. Ni es heredado, ni se ha hecho en clave de repartos territoriales ni tiene perfil doméstico. Es su gobierno.

El tiempo nuevo no es retórico.