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Actualizado: 27 nov 2021 / 09:00 h.
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  • Foto: Instagram Israel Fernández
    Foto: Instagram Israel Fernández

El joven cantaor de la localidad toledana de Corral de Almaguer, de solo 31 años, actúa hoy en Alcalá de Guadaíra y seguramente acudirán cientos de aficionados a escucharlo, sobre todo muchos jóvenes. Está de moda, aunque canta desde niño y lo hace de una manera fría pero con buena técnica y siempre homenajeando a artistas del pasado que le gustan como pueden ser la Niña de los Peines, El Chaqueta o Camarón de la Isla. Israel Fernández es sobre todo un buen copista y esto no debe entenderse como una crítica sino como una cualidad más de las que tiene, que son muchas y variadas. No es fácil copiar bien a genios como los citados, ceñirse a un patrón estilístico, recordar a una figura de peso, y él lo hace.

Al margen de esta cualidad, el toledano tiene otras como, por ejemplo, la afinación y una velocidad endiablada que recuerda a cantaores de otros tiempos como Manuel Vallejo, El Sevillano o Canalejas de Puerto Real. Tiene presencia y personalidad, conecta con los jóvenes y se atreve ya a decir que “los puristas son antiguos”. El purista flamenco, que para Paco de Lucía era quien en un momento dado “te puede tirar de la chaqueta y preguntarte que a dónde vas tan rápido”, suele ser un juez implacable, pero generalmente con conocimientos. A Israel no le gustan mucho, al parecer, y es lógico. Suele compartir en las redes sociales solo los artículos que le son favorables, los que lo califican ya de “revolucionario” o de “nuevo Camarón”, aseveraciones que son una barbaridad.

¿Es la nueva voz que esperaba el cante jondo, que atraviesa seguramente la etapa menos jonda de la historia? Para empezar, no es una nueva voz porque recuerda a demasiadas otras voces. Camarón sí fue una voz nueva, distinta a todas las de su tiempo, de ahí que fuera un revolucionario y que cambiara el cante o la manera de cantar. Lo que ocurrió décadas antes con la Niña de los Peines o el Niño de Marchena, que también revolucionaron el género en las dos primeras décadas del pasado siglo. Israel Fernández es solo un cantaor joven con una voz bonita que utiliza las redes sociales para promocionarse y eso le ha llevado a cantar mucho en la televisión y haber estado ya en bastantes festivales importantes.

Le favorece, sin duda, la escasez de grandes figuras del cante y que las pocas que hay se alejen cada día más del flamenco. Porque, ¿me puede decir alguien a qué juegan Mayte Martín, Miguel Poveda, Arcángel, Rocío Márquez o Estrella Morente, consideradas grandes estrellas del cante? El éxito del toledano le ha llegado porque había un hueco por el que entrar. Le hubiera costado mucho más entrar si hubiese nacido veinte años antes, cuando había figuras de verdad. Ojalá tuviéramos más jóvenes como Israel Fernández, con sus cualidades y afición, pero no se nos puede ir la olla porque no es un revolucionario, ni siquiera una voz nueva que merezca mucho análisis. Las veces que lo he escuchado, solo unas pocas, no ha logrado emocionarme por su frialdad, excesivo empeño en la seguridad de las notas y, sobre todo, porque no pellizca en la piel del alma.

Celebremos una voz preciosa y flamenca. Disfrutemos de unas maneras frescas de interpretar lo jondo, el cante tradicional andaluz. Como en su último disco, Amor. Demos gracias por el hecho de que no paren de salir voces de calidad que dan lustre al viejo cante jondo. Pero hablar ya de “genio”, “revolucionario” o “elegido”, cuando se habla o escribe del toledano, es algo que no le hace bien, aunque él se deje querer. Ya verán como este artículo no lo comparte en su muro de Facebook.

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