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Actualizado: 05 jun 2019 / 08:56 h.
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  • Españoles: ¡Franco ha vuelto!

El Valle de los Caídos es un monumento que habla de la victoria de unos y de la derrota y humillación de otros. De hecho, fue construido por los derrotados de la Guerra Civil española convertidos en esclavos por la dictadura franquista.

Los restos de Francisco Franco; el general que terminó al frente de una rebelión armada, cruenta y sangrienta, el general que gobernó con puño de acero (contra los derrotados) y bajo palio (sostenido por la Iglesia católica española); sus restos, decía, descansan en una acogedora sepultura que se encuentra dentro de la Basílica de la Santa Cruz del Valle de los Caídos. El monumento que encargó el dictador se convirtió, finalmente, en una especie de casita de campo en plena eternidad y con vistas a la sierra madrileña. Algo así.

El monje que pilota en la Basílica de la Santa Cruz del Valle de los Caídos (superior, prior, abad y administrador todopoderoso) es falangista. Nada indica que se le pasara el ataque de falangismo al convertirse en monje. Así el dictador sigue bajo palio estando muerto.

Y ahora, españoles, les comunico que ¡Franco ha vuelto! Para quedarse una temporadita. Lo que parecía un rato es, en realidad, un buen puñado de semanas.

Hasta hace unos meses, no nos acordábamos ni del monumento ni de la tumba del dictador ni del monje falangista. Sin embargo, ahora estamos hasta las narices de todo eso.

Es verdad que resulta una vergüenza que tengamos en funcionamiento una especie de templo dedicado a un diosecillo que se dedicó a firmar sentencias de muerte mientras desayunaba, mientras tomaba un cafelito entre rosario y rosario mirando fijamente el brazo incorrupto de Santa Teresa. Es verdad aunque lo tuviéramos olvidado. Un descuido colectivo vergonzoso también. Solo los que están afectados directamente han sabido conservar encendida la llama que alumbra el merecido recuerdo.

Creo yo que, tal y como están las cosas después de habernos refrescado la memoria, lo mejor es exhumar los restos del dictador y volver a enterrarlos allá donde sea mejor y punto. Porque Franco ha vuelto y cuanto antes se vuelva a marchar mucho mejor.

¿Cómo es que ha regresado este sujeto? Le han resucitado. Haciendo las cosas a las bravas, montando numeritos y con la legislación cogida con alfileres, no podría ser de otra forma. Pedro Sánchez y su Gobierno han organizado un follón absurdo y muy penoso. Han convertido algo justo y necesario en un chiste fatal. Algo que se celebró de forma general se ha convertido en un mal sueño para todos.

Estaba la cosa preparada para que en cinco días llevasen los restos de Franco a un panteón del cementerio de El Pardo. Pero los cinco magistrados de la sección cuarta del Tribunal Supremo han dicho que ‘la prudencia es la madre de la ciencia’ y que es mejor esperar no vaya a ser que prosperen los recursos que están presentados y se líe la marimorena.

Ya les digo yo que ni Pedro Sánchez ni sus ministros estarán tristes con esta decisión de los jueces. Este asunto de la exhumación les está siendo tan rentable como lo fueron los partidos de fútbol a Franco. Con fútbol o con huesos todo pasa a un segundo plano aunque sea importante. La familia del muerto y la Fundación Nacional Francisco Franco recusan catorce veces (¡¡catorce!!) a los instructores del expediente administrativo y Pedro Sánchez se fuma un puro para celebrarlo. Si piden honores militares para el nuevo entierro, se fuma otro. Y cuando el tema llegue al Tribunal Constitucional (llegará) se fumará dos al mismo tiempo. Se alarga el proceso y la cortina de humo se hace opaca del todo.

La actitud de la familia es incomprensible y vergonzosa (¡¡si nadie les tocó un pelo al morir el dictador, si han seguido manejando pasta y poder como si nada!!). La actitud de Sánchez también.

Franco ha vuelto. Y todos queremos que se vaya. Saquen esos restos de la tumba y entiérrenlos allá donde toque. Dejen que se vaya de una vez por todas, por favor. Es urgente.

Ah, y al monje que pilota en la Basílica de la Santa Cruz del Valle de los Caídos le dicen que se relaje un poquito, que se dedique a las cositas de Dios porque Franco no ha vuelto ni va a volver nunca más. Era una broma.