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Actualizado: 27 abr 2016 / 22:41 h.
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En el modelo de sociedad en el que estamos inmersos impera la inmediatez. Internet, las redes sociales... todo va demasiado rápido. La información es excesiva para que podamos analizarla y circula a una velocidad asombrosa. Todo esto nos lleva a tomar decisiones de forma rápida y normalmente precipitada.

El mundo financiero no es una excepción. En ocasiones realizamos operaciones telefónicamente, por internet o por las diversas aplicaciones para el móvil, mientras realizamos otras tareas, con precipitación y sin analizar bien la operación. No hay que olvidar que invertimos o especulamos con nuestros ahorros, es decir, con el dinero ganado con el esfuerzo de nuestro trabajo.

Dada la rapidez con la que se mueven los precios en el mundo financiero, a veces, nuestro impulso nos lleva a especular cuando en realidad lo que deseábamos era invertir esos ahorros con la finalidad de mantenerlos y que la inflación no los mermase. Ahorros que iban destinados a costearnos unas vacaciones, la compra de un vehículo o una vivienda o a los estudios de nuestros hijos.

Las acciones son porciones del capital de las empresas y, mientras que las cotizaciones fluctúan constantemente, el valor de las empresas no cambia a esa velocidad. Por tanto, no hay que dejarse llevar por los impulsos si somos un inversor y no un especulador. La semana pasada el Íbex subió un cinco por ciento y un par de semanas antes había caído un tres por ciento. No hay que olvidar que el crecimiento global de la economía mundial se sitúa entre un tres y un cuatro por ciento anual.

Si nuestro deseo es obtener rendimientos de nuestros ahorros a través de la inversión debemos analizar bien dónde y cuándo invertir, dejarnos asesorar por expertos en productos financieros que conozcan las empresas e invertir en las que se considere que existe valor y potencial de crecimiento.

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