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Actualizado: 13 oct 2016 / 17:49 h.
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El Real Betis Balompié vuelve a jugarse mucho estos días. Y no me estoy refiriendo a la esperada visita del Real Madrid al Benito Villamarín. El partido más importante vuelve a estar jugándose en los despachos. En muchos, demasiados. Tantos, que todo se complica aún más. Ahí, ni Poyet puede dar instrucciones ni Rubén Castro meter goles ni Adán evitar los que van a la escuadra, que seguro que más de una intentarán colar por ahí. Son horas cruciales para el futuro en verdiblanco y la tranquilidad institucional, si es que eso es posible de una vez por Heliópolis. Se decide –se puede decidir, mejor dicho– de una vez por todas de quién será el Betis a partir de ahora. Como en cualquier negociación, en esta también hay bandos. Demasiados, insisto. Pero los imprescindibles para firmar una paz que ya deberían haber sellado hace años. Los últimos movimientos de Manuel Ruiz de Lopera, la visita de un centenar de aficionados a las puertas de su domicilio y tantas y tantas escenas de estos días retrotraen a quien les escribe a un tiempo anterior que parecía olvidado, pero que siempre vuelve. Es curioso, pero la estampa de hace sólo unas horas en El Fontanal ya la había visto yo antes.

Para los que han hecho guardia a las puertas del domicilio de Lopera en la calle Jabugo, lo del lunes fue, sencillamente, un dejà vu. Quien escribe ha visto llegar allí a un señor en babuchas de andar por casa –tal y como lee–, propietario de una pequeña empresa de transportes, diciendo que compraría el Betis. Parece surrealista, ¿verdad? Imagínese entrar en directo a través de una cadena nacional para contar tal esperpento... No es el único episodio extraordinario al que he asistido ni me ha tocado contar en estos años de profesión. Bochorno tras bochorno y siempre con el mismo escenario de fondo: el Real Betis Balompié.

Ahora que todo eso parecía haberse terminado, o al menos reducido, volvemos a ver las mismas estampas en todos los medios. Las partes implicadas deberían aprovechar la oportunidad que el destino ha vuelto a poner sobre sus manos, olvidar rencillas personales del pasado y firmar la paz de una vez por todas. Al bético seguramente le importe poco qué pasó entre Lopera y Galera en el año 92. Dudo que le interese demasiado si Farusa vendió o no a Bitton en su día. Menos aún que al último presidente del Betis se lo llevara por delante una negociación parecida a la que ahora protagonizan los que mandan. Al bético lo que de verdad le importa es Rubén y Adán, la llegada de talentos como Musonda o Sanabria y la posibilidad de pelear por estar en Europa. ¿Recuerdan aquella célebre frase precisamente de Manuel Ruiz de Lopera? «Me estáis exigiendo, que me estáis cansando...». Una de tantas para el recuerdo. Recupérenla pero cambien el interlocutor esta vez. El bético está cansado de tantas polémicas e historias de juzgados. Busquen una solución, cuanto antes mejor, para que el Betis tenga dueño definitivo –y decente– y esta pesadilla acabe. Lo dijo Pepe Mel en su día: «El Betis crecerá cuando sepa quién es su dueño». Algo parecido le escuché al propio Haro este lunes. Ha llegado el momento de poner las cartas boca arriba y terminar con esta partida que no beneficia a nadie. En sus manos está, no pierdan tiempo.

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