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Actualizado: 18 may 2021 / 21:55 h.
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  • Gabriel Rufián ofende a millones de católicos sin venir a cuento

La ‘ley trans’ se ha quedado bloqueada en el Congreso de los Diputados. A pesar de los esfuerzos de Irene Montero por sacar adelante una ley muy discutida, la aritmética parlamentaria se le ha puesto en contra. Formar parte del Gobierno no ha servido de nada. En cualquier caso, era algo esperado. Es lo que tiene que al frente del Ministerio de Igualdad se encuentre una mujer incompetente, radical y sin gran experiencia política. Es lo que tiene rodearse de gente que no sabe distinguir entre lo que es una asamblea de barrio y el Congreso de los Diputados.

Esto que ha ocurrido ya se intuía. Lo que ha resultado novedoso es la intervención de Gabriel Rufián contestando a los diputados de Vox. Lourdes Méndez Monasterio (de Vox, claro) se ha conformado con calificar la ley como un artefacto con el que «destruir la mujer, la familia y la maternidad». La misma empatía, la misma delicadeza y el mismo tono conciliador de siempre.

Pues bien, Gabriel Rufián preguntaba a los parlamentarios de Vox si eran católicos y les acusaba, al mismo tiempo, de creer en serpientes que hablan, en palomas que embarazan, en mujeres que llegan al mundo desde la costilla de un hombre y de la posibilidad de una lluvia de fuego que les quemará si se portan mal. Concluía Rufián preguntando: ¿Y vienen a dar lecciones de normalidad y adoctrinamiento? Todo esto lo decía con un tono socarrón y gesticulando para rozar la parodia.

Mal el señor Rufián. Mal porque ha podido ofender a millones de personas que no tienen que ver con Vox; incluso a personas que le votan a él mismo. Mal porque lo más íntimo de las personas nunca puede ser motivo de burla. Mal porque no se puede defender una ofensa con otra del mismo calibre. Mal porque ser cristiano no tiene nada que ver con la política, ni con la independencia de un territorio, ni con nada que no sea el propio creyente. Rufián ha vuelto a demostrar que se le da muy bien hacer el payaso en el Congreso de los Diputados, mucho mejor que hacer política de altura.

Gabriel Rufián es el arquetipo de político español actual. Y eso es una muy mala noticia para él. Porque no tiene nada de bueno.