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Actualizado: 30 abr 2020 / 07:34 h.
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  • Pablo Iglesias. / Emilio Naranjo-EFE
    Pablo Iglesias. / Emilio Naranjo-EFE

Pablo Iglesias, el vicepresidente segundo del Gobierno, amenazó ayer en el Congreso con hacer desaparecer a Vox, llamando “

parásitos” e “inmundicia” a sus representantes. A una diputada, concretamente. Pensé que la iba a azotar con la coleta. A un partido que fue votado por tres millones y medio de españoles. ¿La nueva normalidad? Previamente, la diputada de ese partido le responsabilizaba prácticamente de tantos muertos en las residencias españolas. Supongo que no a él solo, sino al Gobierno, que para lo malo y para lo bueno es el responsable de una gestión manifiestamente mejorable, por mucho que le duela a un Sánchez que sigue demacrado y un poco zombi, sin encajar los golpes de una oposición quizá demasiado agresiva.

Iglesias invita a los españoles a que hagan desaparecer a un partido legítimo y lo hace desde el Parlamento, la sede de la soberanía nacional, no en un mitin de barrio. Cuestiona las decisiones de la Justicia, en concreto por la condena a Isa Serra, sin haber leído siquiera la sentencia, como han dicho varios jueces. Es decir, este señor, que no cree nada en la democracia, está perdiendo la paciencia y empieza a enseñar la patita por debajo de la puerta. Ni siquiera va a esperar a que veamos qué es eso de la “nueva normalidad”, que en boca del presidente del Gobierno suena a cambio de régimen, de sistema político, aprovechando que el virus pasa por aquí como el Pisuerga lo hace por Valladolid. O sea, suena a que nos van a joder vivos.

Ni siquiera podemos echarnos a la calle a pelear por la democracia, porque seguimos confinados y en el inicio de una desescalada en la que casi nadie cree porque es un puto desastre, una ruina económica para el país, con medidas tan incomprensibles que van a provocar el cierre de cientos de miles de pequeñas y medianas empresas. La más curiosa, que podamos ir al barbero, con cita, y no a ver a tu madre, tu padre o hermanos. Eso sí, Iglesias sí puede ir al supermercado sin mascarilla y con su guardaespaldas vacilando de cartuchera, sin mascarilla también. ¿Se imaginan a Iglesias de presidente, algo que puede ocurrir cuando menos lo esperemos?

Desde que llegó a la política española, con su estilo de macarra, es imposible que haya un gobierno que pueda trabajar con tranquilidad. El que quiere ahora, curiosamente, que se ha colocado y ha enchufado a su mujer. Ahora sí tiene que haber una oposición seria y colaboradora. Es un cáncer para el país, una ruina para el Partido Socialista y un peligro para la democracia. Y Sánchez, aplaudiéndole.