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Actualizado: 04 may 2019 / 10:36 h.
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¿Ven ustedes este artículo? Pues, en el fondo, tanto éste como los otros son una birria, un acto de vanidad, de egoísmo, de visibilidad, como se dice ahora. Esa visibilidad, vanidad, egoísmo, me impiden estar mucho más cerca de mis hijas –yo solo hago mujeres-, de mi nieta y de mi familia en general. Dos de mis tres hijas ya son mayores e independientes pero sé que tienen sus problemas. Una sufre la comparación laboral de Sevilla con Londres habiendo estado dos años trabajando en la capital inglesa. No es que se encuentre disgustada en su ciudad –donde ve el sol y disfruta de su gran ambiente- pero echa de menos derechos que aquí no tiene, desea lo que muchas parejas: tener descendencia pero no se atreven ni ella ni su compañero y les diré una cosa de una vez: un sistema que predica democracia, igualdad, solidaridad y todos esos conceptos que sabemos que no existen y que a la vez no es capaz de facilitar que las personas tengan hijos, debe ser apartado de la Historia por mucho emprendimiento, Inteligencia Artificial y demás éxtasis imaginarios con los que engañe a la gente.

¿Ven? Por eso también me siento obligado a escribir, porque la escritura es un acto de egoísmo pero de egoísmo positivo, una necesidad del humano en pro de sí mismo y de la sociedad en la que vive. Lo malo llega cuando, por tanto escribir, estudiar y pensar, se nos olvida la familia y las hijas –en mi caso- con este afán de arreglar el mundo porque, ¿qué hago yo perdiendo el tiempo con medianías como Pedro Sánchez, Susana Díaz, los mismos Casado y Rivera, los nostálgicos de Vox o el fraude Podemos, los sindicatos subvencionados y los empresarios lloricas y enfermos de codicia si tengo mi casa sin barrer?

Mi hija mayor, como psicóloga especialista en niños, se agobia con la educación escolar tan atrasada que aún padecemos. Es autónoma y lleva años jodida con tal condición, estudiar una carrera para terminar así, horas trabajando que le quita a su hija, a su familia y a sus amigos para sacar pocos beneficios, eso es algo que te va quemando poco a poco como a mí me quemaba esta servidumbre vergonzosa en que han convertido al periodismo y estaba deseando abandonarlo para irme a la universidad hasta que lo logré y en buena hora.

Ahora que los estudios afirman que en España apenas tenernos descendencia, que las mujeres dan a luz con una edad bastante avanzada para eso, ahora que Teresa Rodríguez e Irene Montero nos han dado la alegría de ser madres y, en el caso de Irene Montero, de quedarse nuevamente embarazada, hay que reivindicar un cambio sustancial en este mundo, hay que darle la vuelta a la tortilla, lo primero no es el estrés diario, la angustia, la economía, la productividad, las cuentas de resultados o el ebitda y tantas otras chorradas mercantiles. Cuando era joven acusaban siempre al comunismo de poner al ser humano al servicio de la economía, ¿qué hace este régimen en el que vivo contra mi voluntad? Cuando trabajaba como periodista en la Junta de Andalucía me di cuenta de que estar todo el día por ahí, comer en restaurantes, culminar reuniones de todo tipo, era una seña de identidad de altos cargos, una modernidad machista a la que se iban sumando las mujeres. Julio Anguita, siendo alcalde de Córdoba, logró librarse de eso pero hacerlo de verdad nos parece que es como rechazar el progreso o apartarse de una forma de vivir que es en realidad una forma de morir.

Si hay paro, si hay inestabilidad en el empleo, si el ser humano es sometido a una competitividad frenética que lo lleva al aislamiento, si aun trabajando no se pueden cubrir las más elementales necesidades materiales y espirituales, si estamos destruyendo el planeta creyendo que somos los reyes de la creación y que ya Dios proveerá, es que estamos fracasando totalmente como civilización. Que me dejen de milongas democráticas que llenan de estiércol a la democracia misma, nos hemos creado un totalitarismo de guante blanco en el que nos revolcamos como cerdos en el barro, así no se puede vivir, simplemente se malvive y se sobrevive. Y voy a empezar yo por aplicarme a mí mismo esta crítica porque los años van pasando, mis hijas siguen su vida, mi nieta va creciendo, mis familiares están por ahí, ignorados o casi, y yo queriendo salvar el mundo cuando estoy perdiendo el alma por ganar el cuerpo.

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