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Actualizado: 08 oct 2016 / 20:01 h.
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Todavía las lágrimas recorren sus mejillas. No puede evitar acordarse de sus padres cuando habla de la Virgen del Rosario. Isabel es madre, y fue hija de una mujer que tuvo a la Reina del Rosario en su casa mientras la parroquia de Bormujos se encontraba en obras. Corría el siglo veinte sin cesar mientras jugaban aquellos chiquillos que, entre corrales y carreras, crecían a la vera de la Señora. Isabel quedaría para siempre marcada con el adjetivo de pelona, como se ha conocido cariñosamente a los devotos del Rosario en esta localidad aljarafeña.

Dice el himno que se ha cantado estos días en el triduo: «...para llegar a tu hijo, el corazón de Jesús». Y es que el Niño de la Virgen tiene un camino escrito con letras muy claras desde la calle Sevilla. Ya en la plazoleta El Cano habrá empezado a suspirar entre recuerdos de salves y entre desvelos de antaño.

La emoción estos días ha sido parte de la vida de una familia, la de Isabel, que prepara con mimo e ilusión cada cosa de la hermandad. Francisco espera pacientemente el día y es que su mujer, anda pensando en el blanco y el rojo, en la medalla, en la oración y, sobre todo, apaciguando los nervios que en cada jornada se han acrecentado más y más.

En sus ojos se ve la Virgen. Todo el que se encuentre a su lado, aprende a quererla. Sin rivalidades, sin laberintos posibles. Todo es Virgen del Rosario. La vida demuestra ser un aprendizaje de cosas buenas y malas, de cosas que se quedan y se van, pero la Virgen del Rosario tiene en su haber cientos de generaciones que la han conocido, como dijo don Juan: «como Reina pero también como Madre».

En aquella casa que les cuento, había una ventana que ahora sirve como puerta del cielo de todos los suyos. Cuenta Isabel, que su madre, no permitía entrar a nadie en la habitación de la Virgen y que en ella estaban también los mantos y todas las sayas. ¡Fíjense qué privilegio!

Hoy es 9 de octubre. Sale la Virgen a bendecir a su pueblo. El Niño tiene ganas, tanta lluvia lo ha dejado en casa sin conocer a esas personas que tanto lo quieren. La niña que vio a la Virgen en su casa, vuelve a ponerse delante del paso, con su madre y con su abuela, en definitiva con la familia de los pelones. Antes no había dinero y ahora aunque hay poco, hay más de lo importante. Están Francisco y los suyos, para cuidar de Ella. Isabel, la del Rosario, aguarda a golpe de abanico la hora exacta. Un beso al cielo donde aguarda su padre y su madre. La vida es maravillosa por contar cosas como estas.

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