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Actualizado: 20 feb 2020 / 08:44 h.
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  • Jerez levanta el telón del pellizco

Mañana viernes levantará un año más el telón el Festival de Jerez para celebrar su XXIV edición, con miles de entradas vendidas y casi sesenta cursos programados a los que asistirán de nuevo cientos de personas venidas desde lugares muy lejanos. Podríamos decir que Jerez huele ya a flamenco, pero no sería correcto porque esta ciudad huele a eso todo el año. Cuando hace casi un cuarto de siglo se creó esta cita flamenca pocos apostaron por el éxito porque Jerez es tierra cantaora pero no de danza y el festival iba a probar la mixtura de cante, guitarra y, sobre todo, baile. A pesar de La Malena, La Macarrona, Ramírez, El Estampío, Paco Laberinto y Dieguito el de la Margara, es tierra cantaora, de figuras míticas como Paco la Luz, El Loco Mateo, Frijones, La Sarneta, Antonio Chacón, Manuel Torres, Juan Mojama y El Gloria. Pero aquella aventura de Paco López en los noventa, siguiendo la estela de la Bienal de Sevilla, echó a andar y hoy es un festival consolidado e imprescindible en Jerez de la Frontera. Es junto con la Bienal de Sevilla uno de los mejores festivales del mundo no solo por lo que programa cada año, que es mucho y bueno, sino por cómo lo viven quienes vienen desde Brasil, Estados Unidos, Japón, Alemania , Italia, Francia o Argentina. Jerez es estos días una ciudad que acoge al forastero de una manera que los enamora. Tengo amigos de países como Brasil o Alemania que hablan maravillas de la tierra de Terremoto y Sordera, de cómo los jerezanos los consideran de la tierra en cuanto se toman una copa de Tío Pepe en El Tabanco o se comen una berza en casa de Angelita Gómez, la maestra del baile. Al final de cada espectáculo, ya sea en el Villamarta o en una de las peñas de la ciudad, se pierden por las calles de Santiago, la Plazuela o San Miguel en busca de Diego Carrasco o El Capullo, quizá para que les hablen de Fernando el de la Morena, Moraíto Chico o el malogrado hijo de Terremoto, Fernandito. Esas vivencias entre el artista de la tierra y los aficionados de fuera han logrado que el Festival de Jerez, con sus defectos y virtudes, sea tan especial como es, una cita ineludible desde hace dos décadas y un lustro. Lo mejor del baile, la danza, el cante y la guitarra se darán cita a partir de mañana en la ciudad que sigue habiendo una gran cantera de arte, quizá la mejor, la única que sigue dando pellizcos jondos.