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Actualizado: 17 ene 2020 / 10:20 h.
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  • Juan José Fuentes: Just Graphics en la galería César Sastre

La exposición, comisariada por el polifacético Jesús Reina Palazón, se abre con un texto de Leonora Lara, uno de los pseudónimos que utiliza –o utilizaba- Juan José Fuentes, marcando desde el principio ese acento surrealista –o puede que hiperrealista en caso de estar escrito en clave- a los que tanto le agrada acercarse y que entre otras cosas puede aludir a un nacimiento, que incluso sin percatarse, puede ser el suyo propio como artista plástico.

Este texto, acompaña una carpeta formando parte una serie de obras, aunque lo normal en él van a ser los grabados sueltos, individuales, con un solo asunto o tema y que suelen constituir además, una edición de pocos ejemplares numerados, a los que añade las pruebas de estado o de artista, habituales para ir conociendo el resultado. Leonora alude a Eleonora Carrignton, autora a la que admira aunque sea difícil ver paralelismos aquí de formas o estilo, y sobre todo de técnicas. Con ella además, Juan José Fuentes, nos introduce en lo que van a ser sus homenajes personales explícitos –así al menos consta en sus títulos- o implícitos porque mucha historia del grabado hay en los suyos.

Juan José Fuentes: Just Graphics en la galería César Sastre

Ese tono de nacimiento, de fases iniciales también se refiere a la trayectoria profesional del artista, siendo esta otra de las sensaciones que saltan a la vista cuando recorremos las salas de la Galería César Sastre, sobre todo si tenemos en cuenta que son obras hechas en el periodo de formación o en los años siguientes hasta el 2000, pero recayendo casi todo el peso de la exposición sobre todo de las primeras, en aquellas que hacía cuando comenzaba a explorar en la pintura, el dibujo, la escultura, o como en las 37 que exhibe, en los grabados. Camino iniciático dentro de lo que supone una decisión tan difícil porque va a condicionar toda una vida, como fue el de matricularse en Bellas Artes, y dedicarse a partir de entonces al arte como profesor y como autor.

El mismo tono surrealista, o mágico, o de otras realidades alternativas, que conviven simultáneamente en un mismo tiempo y espacio, se encuentra también en la mayoría de las estampaciones, obras gráficas que combinaba con los lienzos que han ido alternativamente jalonando su producción de pintor y grabador.

Igual puede decirse de todos los procedimientos que llevaba a cabo en estas investigaciones en el mundo de las formas, hasta adquirir la destreza necesaria para que las planchas reproduzcan la intensidad, el cromatismo, la profundidad de las líneas y en cuanto a su propia evolución en los estilos.

Vistas desde la perspectiva de los años –los primeros grabados expuestos- datan de mitad de los años 80 del siglo pasado- la exposición tiene algo de antológica, de un recorrido biográfico que él fue trazando desde los diferentes talleres que ha tenido y en el de los diferentes y grandes maestros del grabado que ha tenido y que le fueron aportando muchos de los difíciles aspectos y secretos de esta técnica, comenzando por que lo que vemos es un positivado de lo que se grabó a la inversa.

Para los que han conocido a Juanjo Fuentes desde su juventud, ver ahora estas piezas, es hacer un ejercicio de nostalgia, observar desde la distancia de esos dorados años de la juventud que coincidían precisamente los momentos en los que el arte eclosionaba creyéndonos que todo era nuevo en el aperturismo que trajeron los 80.

Las técnicas, que ha tenido muy en cuenta, son su modo de enfrentarse al papel, de conocer la potencia de los ácidos, la resistencia de las planchas, las texturas que una opción u otra le brindaban. De este modo ha realizado aguafuertes tradicionales (los que parten del XVII), con buriles, mordentes, rodillos, cubetas, tórculos, tintas grasas, barnices, aceites, azúcar, resina,... con los que alcanza las texturas que lo aproximan a lo textil y a los grados de matización que quiere delimitar según las zonas.

Él remite a Goya, a Picasso, a Rousseau, a Guadalupe Posada, cuando se refiere explícitamente a ellos, o hace un guiño a otros por la importancia que tuvieron porque es inmenso el universo del grabado, con infinitas líneas que nos conectan con el pasado, ese momento en que algún hombre –o una mujer entonces- decidió dejar la impronta de su mano, cualquier signo que pudiera tener la capacidad de multiplicarse, expandiendo con ellos la cultura, las formas y el pensamiento, la mirada del arte.

A continuación, optó por las puntas secas, por las mezclas de aguafuertes y resinas, por las litografías, por todo aquello que le podía permitirle una mayor gama de colores o matices dentro de un mismo color, experimentar con los instrumentos, tintas, la perspectiva y controlar el proceso para que el resultado sea óptimo.

El sentido de fiesta y a la vez de introspección, están presentes en las figuras que parecen flotar en el espacio, dialogando entre sí o introspectivamente, en las escenas que representa en interiores o en paisajes abiertos. También, en los títulos que se correspondan –o no- con los elementos que incorpora, o añaden interpretaciones simbólicas que acaso sólo él conoce. Esos títulos están cargados de poesía, como “la pintora de la Luna”, “La pintora del aire”, “Ensoñación”, o “La escultura del tiempo”, y otros como “Conversación”, “El Juicio de Paris”, Circo Royale”, “La visita del novio”, “Cocodrilos y mujeres”, “Sirena”, “”Deificación de la soledad”, “Desayuno de artista”, La mujer y la Luna”,... han ido formando la biografía de Juan José Fuentes, porque todo su mundo está en ellos. También, el de personajes que lo habitan.