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Actualizado: 01 sep 2017 / 23:17 h.
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A todas horas en cada confín de la tierra, y en España en particular, nos encontramos con demasiados casos de Juanas, pero el de Juana Rivas es el paradigma donde se ejemplifica impecablemente el ecosistema patriarcal, inhumano, desigual, cruel, negligente, provocador, autoritario, y cuasi delictivo. Actúa como un auténtico efecto llamada a la desobediencia civil, y a la autoprotección.

El comportamiento de la justicia, en casos como este, se convierte en una maquina de insumisas, en una creadora de opinión sobre como el proceder de algunos estamentos del sistema judicial, está impregnado de peligrosa arbitrariedad, y de un sesgo tan machista que bordea la legalidad constitucional.

Modelo perverso el de hacerte creer que si denuncias, estás protegida, y la justicia te respaldará si cumples. Pero si no estás en la plantilla de lo que se te exige, que actúes como una mujer maltratada en tu proceder, sumisa. Entonces cómo has hurgado en los desconchones de este depredador modelo, en el que tu comportamiento hace tambalear pilares del poder, se alían los soportes de afectados por la ofensiva anti-patriarcal. Y los estamentos artífices de la chapuza pasan a la batalla contra Juana Rivas, y la simbología del caso, para ejemplarizar cuales son las líneas rojas de este paisaje.

Iniciándose la cacería a modo de vendetta, persiguiendo a la víctima, a los familiares (qué miserables, que calvario más sangrante) e incompresiblemente a su abogada, asesoras legales, psicólogas, centros de información a la mujer creados para atenderlas. ¿Está el poder cuestionando las esencias del estado de derecho y algunas de sus instituciones?

Se consuma con el caso de Juana Rivas, hasta donde están dispuestos a llegar los intérpretes del viejo derecho romano: a violentar la legislación, los derechos humanos, la ley de igualdad, y los convenios internacionales. El clamor para el caso de la Juanas y de Juana Rivas está imbuido de sensatez, de valores democráticos, de voces de expertas en todos los ámbitos sociales, políticos, jurídicos, de cumplimiento estricto de la legislación, de lucha innegociable por la igualdad sin atajos.

Gracias Juana, familia, Paqui, equipo y apoyos por hacer saltar las alarmas. Ahora saldremos del vía crucis, no sólo estaremos más y mejor en el movimiento feminista y en la sociedad. Iremos en paralelo a poner los cimientos con otras mezclas, para sociedades liberadoras, no castradoras por razones género, clase, color, identidades, y demás diferencias castigadas.