El rey Felipe VI quiere una España orgullosa. Que los españoles estemos orgullosos de serlo. Todos, los parados, los que apenas tienen para comer, los que se quedan sin vivienda cuando no pueden hacer frente a la hipoteca, los que a pesar de tener un puesto de trabajo no se pueden permitir una vida digna, también aquellos que no pueden mandar a sus hijos a la Universidad, los autónomos que son exprimidos y cuando se jubilan rozan el umbral de la pobreza, los jóvenes que acaban una carrera y tienen que emigrar o aceptar la esclavitud patria, las mujeres que se matan criando hijos y no tienen derecho a una pensión, quienes soportan la televisión basura, la corrupción, el privilegio de los golfos, el miedo a que se acabe la hucha de las pensiones, que la cultura esté por los suelos, con músicos, actores y empresarios del sector arruinados. Pues claro que estamos orgullosos de España, un hermoso país en el que la mitad del mísero sueldo se nos va en impuestos. Es que escucho el himno de España y se me caen lágrimas como ciruelas. La duda ofende, Majestad.