Pitingo es un cantaor de Ayamonte (Huelva), hijo de un guardia civil y una mujer gitana. En el flamenco se les llama cuchichí, o sea, mestizo. No hay muchos casos, la verdad, y canta hasta bien, aunque le tiran las mezclas, la fusión con la música de los negros norteamericanos. Desde luego, es artista, de eso no hay duda alguna. Dice que no se ha metido nunca en política pero le está echando un pulso al Gobierno y le están dando para el pelo, llamándolo “gitano de mierda” o amenazándolo de distintas maneras en las redes sociales. Todo porque se le ocurrió decir que “Bildu es ETA”, en relación al pacto del Gobierno con el partido radical vasco, que ahora dice Transportes Ábalos –así lo llama Girauta, con mucha gracia–, que no hay ningún pacto, cuando en Navarra hay hasta papeles firmados.
Tradicionalmente, los flamencos han sido más bien amigos del poder, por aquello de no morder la mano que les da de comer. No en todas las épocas de la historia del cante hubo un Menese o un Gerena, que se jugaron el pellejo contra el franquismo, aunque a algunos les fue bien. Ningún flamenco promovió jamás un levantamiento contra ningún gobierno, a pesar de que hay letras de cante que nos lo pudieran hacer pensar.
A mí qué me importa
que el Rey me culpe,
si el pueblo es grande y me abona.