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Actualizado: 28 nov 2022 / 05:27 h.
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  • La segunda línea de Metro no puede denominarse Línea 3

Mírala cara a cara que es la segunda. Y si es la que se hace a continuación de la primera, ¿por qué le llaman Línea 3? Ya toca utilizar el Word, el Photoshop y demás herramientas de edición y diseño digital para cambiar fácilmente todos los informes, planos y actos administrativos que hacen alusión a la construcción de otra línea de Metro en Sevilla. No tiene sentido, ni nominal ni ordinal, que el Consejo de Ministros esté en puertas de anunciar que aprueba mañana martes un compromiso de inversión de 650 millones de euros para sufragar las obras del ferrocarril subterráneo entre Pino Montano y el Prado, con 9 kilómetros de longitud, y siga siendo denominada la mitad de la Línea 3 porque hace 15 años, cuando se estaba construyendo la única que existe, inaugurada en el año 2009, estaba planteada la Red de Metro con cuatro líneas y se le puso de nombre Línea 2 a la que se ideó con un recorrido desde Cartuja hasta Torreblanca, pasando por el casco antiguo (parada en Plaza del Duque), Polígono de San Pablo, Sevilla Este y Alcosa; Línea 3 al itinerario con comienzo y fin en Pino Montano y Bellavista, tanto monta monta tanto, y Línea 4 a la circular que conectaba con las otras tres y con las estaciones de las rutas de trenes de cercanías.

Hace más de cuatro años y medio, el 24 de enero de 2018, en una reunión en Madrid, Ayuntamiento de Sevilla (con Juan Espadas de alcalde), Junta de Andalucía (con Felipe López de consejero de Fomento) y Gobierno de España (con Íñigo de la Serna de ministro de Fomento) acordaron que la ampliación del Metro de Sevilla comenzara con el citado itinerario Pino Montano-Prado que conecta a barrios del norte de la ciudad con mucha densidad de población y el principal nodo de transporte junto al centro histórico. El pacto se fundamentó en estudios demográficos y de movilidad que indicaban la conveniencia de priorizar esa ruta porque la cuantiosa inversión en la infraestructura reportaría una mayor rentabilidad social. Bien visto. A partir de ese momento, tardara lo que se tardara en materializar el arranque de su construcción, tenían que haberse activado los procedimientos administrativos a nivel estatal, autonómico y local para determinar que al señalizado en los dossieres y mapas como proyecto de Línea 3 se le comenzara a denominar proyecto de Línea 2, y viceversa. Para eso no había que remover Roma con Santiago. Pero seguimos en el bucle de comentar públicamente en qué año se estima que podría estar en funcionamiento la 3, cuando obviamente será a todos los efectos la 2.

Lo importante es el asunto mollar: los compromisos presupuestarios del Estado y de la Administración autonómica para reactivar la inversión en transporte público en el área metropolitana peor vertebrada de las siete grandes capitales españolas. Porque Sevilla padece medio siglo de retraso. El primer anteproyecto de Metro lo elaboró en 1969 el Servicio Municipal de Transportes Urbanos de Sevilla. El Ministerio de Obras Públicas concluyó en 1972 la redacción del Proyecto de Planeamiento de la Red del Metro de Sevilla, definiendo una red de tres líneas. Y en el Boletín Oficial del Estado se publicó en 1975 la Ley del Metro de Sevilla, que sigue en vigor, y que dio pie a la adjudicación en 1978 de las obras del primer tramo de la entonces concebida como línea 1, que pasaba bajo el centro. 53 años después del primer hito citado, el pasado 13 de julio del presente 2022, en el mismísimo Parlamento Europeo, en Bruselas, la asociación cívica Sevilla Quiere Metro fue invitada por los europarlamentarios a exponer los problemas que genera esa anomalía en una conurbación habitada por un millón y medio de personas. Y su portavoz, Manuel Alejandro Moreno, vecino de Sevilla Este, el distrito más dependiente de los desplazamientos en coche para moverse a cualquier lugar, reclamó el amparo de las instituciones comunitarias e incluso la dotación de fondos europeos para contribuir a recuperar el tiempo perdido en Sevilla y su entorno.

Ahora que estamos en momento de consensos y parabienes, tan escasos por desgracia, y se va a incrementar el número de informaciones y comentarios sobre el Metro de Sevilla, que dejarán su rastro en la esfera digital por la que todos nos manejamos con los buscadores, pongámoselo fácil al prójimo. Porque cualquier persona que no esté al tanto de la actualidad hispalense, y vea y escuche en un telediario nacional que el Gobierno va a invertir en construir la Línea 3, seguro que pensará que en Sevilla ya existen dos. Lo mismo discernirán muchos niños y niñas que habitan Sevilla. Conforme se hable más y más de la Línea 3, le preguntarán a sus padres dónde pueden montarse ya en la 1 y en la 2, o por qué a los itinerarios en Metro solo se les nombra con números impares. Y los 'hombres de negro' que desde la Comisión Europea fiscalizarán el rigor presupuestario de la gobernanza española, en su afán de rastrear con ánimo suspicaz, sorprendidos de que Google Maps no les muestre el recorrido de la 2 pueden llegar a elucubrar dónde se ha esfumado el dinero destinado a su realización.

Así son las paradojas y las inercias. Sí se le cambia el nombre a organismos públicos: ministerios, consejerías, direcciones generales, consorcios, empresas públicas, fundaciones... Se le cambia el nombre a las calles, a las glorietas, a los auditorios... Pero no se actualiza el nombre de un proyecto, que en 2023 comenzará a ser una incipiente realidad física. Vean el Boletín Oficial de la Junta de Andalucía del pasado 8 de noviembre, en el que se publica “la iniciación de expediente de expropiación forzosa por el procedimiento de urgencia de los bienes y derechos afectados por las obras del proyecto constructivo correspondiente a la Línea 3 Metro de Sevilla”. Hasta ahora, lo primero que ha sido expropiado es el orden de los números.

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