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Actualizado: 16 ene 2019 / 08:25 h.
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  • La sucesión del PSOE

Al PSOE andaluz, que es como decir al PSOE auténtico, el fraguado desde las vaquerizas de Bellavista hasta las reses bravas de Benalup, le ha sucedido lo que tarde o temprano iba a convertirse en un suceso: que ha reventado de confianza en sí mismo. El batacazo tuvo su prólogo en algunos municipios que todos nos sabemos y ahora se ha materializado en la Junta, que era como decir el PSOE o como decir Andalucía, porque el PSOE andaluz supo envolverse en la bandera blanquiverde antes de que nadie le hiciera sombra, ni el Partido Andalucista, que terminó llegando tarde y quedándose sin silla y sin sillón, como le ocurre a todo el que se va a Sevilla y a Morón.

El caso es que a este PSOE que ha durado en Andalucía lo que duró Franco en España -pura casualidad porque los casos no son comparables, pero qué puñeteras son las causalidades- le acaban de construir un sucesor tripartito -aunque una de las necesarias patas del triparty no esté en el gobierno aún- que es la derecha de toda la vida, con todas sus intensidades diversas, haciendo justo lo contrario de lo que predicaban las izquierdas: uniéndose para hacerse con el poder. Ya es mucho más verdad Derecha Unida que esa Izquierda Unida que se quedó en un eslogan. Podemos, se dijeron, pero no se lo creyeron.

Casi todos los votos que la derecha ha juntado ahora para conseguir echar a los socialistas de la Junta los consiguió ya Javier Arenas en su momento, pero entonces la derecha no se había diversificado como ahora -quién lo iba a decir: una derecha impulsando la diversidad- y a la izquierda le eran todavía llevaderas las alianzas porque entonces pactar no era una vergüenza.

Al PSOE lo sucede una derecha capaz de limar sus diferencias con tal de echarlo, sabedora de que ni tiene ni quiere compañero. Al PSOE le sucede que se creyó indisolublemente unido a esta tierra hasta el punto de que se confundió (o se cegó) en sus genes y no previó lo sucedido: el suceso de que lo sucedan en una tierra que se tomó como herencia sin advertir su propio impuesto de sucesiones. Y es lo que pasa con la propia medicina.