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  • Miles de peregrinos hacen el camino para estar junto a la Virgen del Rocío. / José Manuel Cabello
    Miles de peregrinos hacen el camino para estar junto a la Virgen del Rocío. / José Manuel Cabello

Un cambio que manaba del pueblo y sus necesidades, la venida de un tiempo nuevo que estaba llamado a salvar a las personas de una situación incontenible.

Tic tac, tic tac... Pasaban los días y nos prometían la solución definitiva, la llegada por fin de la nueva era, el sol que alumbraría la negrura, la llave de la puerta que abría el camino a la esperanza.

Y ya la tenemos delante. La solución y la esperanza. Los sevillanos sabemos bien, cuando llega mayo, que el reloj deja de marcar los segundos precisamente porque todo en nuestras vidas pasa a un segundo lugar. Ha llegado la realidad que no tiene dudas, el cambio que nace del pueblo y que hace feliz al pueblo. Estamos en el mayo mariano, en el corazón de una primavera que –no hay más que mirar a la naturaleza– trae la luz, el agua, la vida, la salvación de la tierra. Como fue siempre, como quiso el Creador que fuera.

Tic tac, tic tac... Claro que algo está cambiando. Andalucía vuelve a echarse a la calle, a los caminos de tierra. Lo hará para gritarle al mundo su fe, su devoción mariana. Tic tac, tic tac... Sevilla está mirando a su horizonte con Huelva, con una marisma que no tiene más reloj que el parto de las yeguas, la caída de las piñas al suelo de Almonte, la flor del romero que reta a la brisa de unas tardes que parecen milagros, pinturas al óleo sobre la tabla verdadera de una naturaleza que sólo pudo diseñar el Altísimo. Los andaluces lo sabemos.

Ya llega. La Virgen María vuelve a tocar a la puerta del corazón de nuestras vidas. Así suena el reloj de este lugar del mundo, así son las agujas que marcan la sístole y la diástole de los corazones de un pueblo que comprendió hace tiempo que la desazón, la desesperanza, tiene abrigo en la paciencia de los brazos de María, en un amor incondicional que acurruca y sana.

Mes de mayo, mariano y luminoso, esperado y necesario. Otra vez la devoción rociera y el deseo de acudir a la llamada de la Virgen. Un camino por delante, otro por detrás. Un rosario de ocasiones para rezar ante la Madre y una romería con días y noches, con luces y sombras, con peregrinos y caballistas, con sed de fe y urgencia de pequeños milagros.

Tic tac, tic tac... Ya estamos a pocos días de la romería de la Virgen del Rocío de Almonte. Los rocieros han estado un año esperando. Saben que Ella tiene en su pensamiento la solución a casi todos los problemas. Y ahora se abre ante los ojos del mundo una nueva oportunidad. La Virgen del Rocío es la fuente en la que calman su sed cientos de miles de personas.

Hace tiempo que necesitamos un cambio. Son muchos los pregoneros que claman justicia en un mundo dividido, egoísta, notablemente sucio por la corrupción, la desigualdad y la falta de compromiso de unos con otros. Y es verdad. Vivimos en una sociedad en la que se utiliza mucho más la palabra yo que la palabra tú. Ocurre porque no miramos más a menudo a la cara de la Virgen del Rocío, ni tenemos en cuenta su manera de entender la vida, su compromiso, la lección que dejó sobre la tierra.

Una lección que habla de bondad y justicia, de orden y buena fe, de entrega y sacrificio, de amor al prójimo y comprensión. Un compromiso contigo y con todo lo que te rodea, un modelo que descansa en valores que están en desuso, que no se llevan.

Tic tac, tic tac... Deberíamos evitar las amenazas y escuchar en el reloj los latidos de la buena fe. Latidos que, como los que sonaban en el corazón de la Virgen María, tienen sentido porque no entienden otra finalidad que no sea la del amor. El amor verdadero.

Ya va a estar saliendo la Virgen del Rocío. Tic Tac, tic tac. ~

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