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Actualizado: 22 may 2018 / 10:05 h.
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  • Las conversaciones de la gente ‘normal’

Hay que reconocer que el desafío independentista y el pulso que Puigdemont y sus secuaces echaron a España el uno de octubre del año pasado removió a todo el país. En España no se hablaba de otra cosa porque la cuestión territorial pasó a ser más palplable que nunca y se erigió como un verdadero problema de estado en el que todos nos sentimos aludidos. Aplicado el 155, huído Puigdemont y compañía, e investido ahora Quim Torra volvemos a la misma casilla de salida. Todo este tiempo no ha servido para nada.

Resulta verdaderamente aburrido y cansino el bucle en el que ha entrado una comunidad autonóma que, pese a todo, ha vivido entre algodones, muy al contrario que Andalucía, al menos en cuanto a las inversiones de los Presupuestos Generales del Estado. Pero la cosa no queda ahí. Por si fuera poco, además de tener que volver a soportar la formación del Govern, las conversaciones de bar sobre el procés y las ruedas de prensa sobre la cuestión catalana; y recién salidos del famoso y bochornoso caso Cifuentes, también tenemos que contemplar cómo los militantes de Podemos van a votar si quieren o no que Pablo Iglesias e Irene Montero continúen en la primera línea de la formación morada ante la compra de un chalet por valor de 600.000 euros. Pero vamos a ver. Pues claro que no. Ni militantes ni muchos españoles lo consideran normal. Porque la gente normal, mileurista, la que sigue siendo mayoría en este país, no puede pagar una vivienda a ese precio.

Las cuestiones que ocupan la esfera pública me empiezan a parecer humillantes, al menos si pienso en cierto sector mayoritario de la población andaluza. La cuestión debe comenzar a resolverse cuanto antes sin que afecte demasiado a la aprobación de los Presupuestos Generales Estado, y que al menos no se demore una cuestión que es prioritaria para que nuestra comunidad avance.

Respecto a los problemas internos de los partidos políticos alego mayor hastío y asombro aún. Hace unas semanas el escándalo de Cifuentes puso en entredicho la educación avergonzando a las familias que a duras penas pueden pagar los másteres de los alumnos que con muchísimo esfuerzo deben trabajárselo por un futuro mejor. Y ahora, los que han abanderado una causa muy justa como es el de vivir como la gente normal, se compran un pedazo de chalet que ya lo quisiera cualquier familia que no puede meterse en una hipoteca ni siquiera de 90.000 euros. No se puede negar que existe una gran contradicción. Y en esas seguimos, hablando de Cataluña otra vez, aguantando personajes tales como Cifuentes y teniéndonos que creer que comprar un chalet entra dentro de las posibilidades de una persona normal.