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Actualizado: 09 feb 2018 / 18:18 h.
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La principal de las diferencias existentes entre las salidas a Bolsa mediante OPV, OPS y listing, y que puede afectar en mayor medida a los inversores, ya sean particulares o institucionales, radica en el hecho de que en la salida a Bolsa mediante listing, el inversor interesado en la misma no tiene la posibilidad de obtener un beneficio importante o una pérdida importante –según el éxito o no de la salida a cotización de la empresa- el primer día de cotización como puede llegar a suceder en las OPV y OPS. Esto es debido a que el inversor que acude a una OPV o a una OPS es propietario durante unos días de unas acciones de una sociedad que no cotiza en Bolsa, ya que desde el momento en que las peticiones de acciones son firmes y se adjudican las mismas hasta que la sociedad empieza a cotizar pasan unos días. Este hecho supone un riesgo, puesto que podría ocurrir que en ese periodo se produjera un crack bursátil o una noticia muy negativa para el sector en el que se encuentra la sociedad que sale a Bolsa. En estos supuestos, aquellos que han acudido a la oferta pública no podrían vender sus acciones porque todavía no cotizan, por lo que tendrían que esperar unos días a que la empresa comenzase a cotizar para llevarlo a cabo. Si, a consecuencia de ello, la Bolsa llevase varios días bajando, les será difícil encontrar compradores y probablemente tendrán que venderlas más baratas que si lo hubieran podido hacer en el primer momento.

Esta falta de liquidez temporal hace que los inversores esperen comprar con descuento en las OPV y OPS. En el listing no existe este período de falta de liquidez para los nuevos inversores y, a cambio, se elimina la posibilidad de obtener un beneficio rápido en el momento que la empresa empieza a cotizar.