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Actualizado: 21 may 2022 / 10:47 h.
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  • Alejandro Martínez Vélez - Europa Press
    Alejandro Martínez Vélez - Europa Press

España es un país maravilloso, de gente buena y noble, cariñosa y espléndida. Existe la corrupción porque no castigamos debidamente al corrupto y admitimos a gobernantes mentirosos porque son guapos o ricos, rojos o azules, y eso lo compensa todo. Viendo estos días a ciudadanos echándose a la calle para vitorear al Emérito, con reloj, ropa y zapatillas de deportes de marca -20. 000 euros en baratijas-, con la que está cayendo, confirma claramente que somos un país especial para lo bueno y para lo malo. El Emérito se fue de España sin dar explicaciones y ha vuelto de igual manera. No para dar una rueda de prensa, aclarar lo que tenga que aclarar y pedir disculpas por sus delitos fiscales y un comportamiento como rey y como persona que ha dejado y deja mucho que desear. Como español, que lo soy hasta las cachas, siento vergüenza ajena, y más que haya venido de la manera que lo ha hecho, a divertirse con su deporte favorito, de millonarios, y darse un baño por tierras gallegas de súbditos nada críticos. Nada le impide que se pasee por España con su ropa cara y la jeró de granito, sin tener en cuenta la imagen que está dando de nuestro país al mundo, la de un rey de su importancia internacional siendo acogido por un amigo en su casa nada más bajarse de un avión privado que no sabemos quién o quiénes lo van o lo vamos a pagar. Pero claro, en un país como el nuestro, paraíso del corrupto y amante de los privilegios con dinero público, de qué nos vamos a asombrar. Este señor, el Emérito, hizo una labor importante en el proceso de pasar de una dictadura, en la que se sintió cómodo, al sistema político que tenemos desde hace más de cuatro décadas. Nadie discute su papel e incluso que se jugara el pellejo por España. Luego pasó factura. Nada menos que pudiera hacer todo lo que le diera la gana como Jefe del Estado y como persona: cobrar comisiones millonarias, aceptar regalos caros de dictadores y tapar con dinero del pueblo sus devaneos sentimentales de macho hispánico. Muchos de los que ahora van a por él para acabar con su hijo, el Rey Felipe VI, o sea, con la Monarquía, eran cómplices de sus bribonadas y delitos fiscales. Por supuesto, el Partido Popular y el Partido Socialista, sin olvidarnos del Partido Comunista de Santiago Carrillo e incluso los independentistas catalanes y vascos. Todos miraron para otro lado, porque El Campechano los había cautivado con sus encantos y detalles públicos y privados. Ahora lo quieren colgar en la plaza del pueblo por golfo y defraudador, cuando más necesitaría el cariño y la piedad. Somos un país de buena gente, de echa vino montañés, que lo paga Luis de Vargas. Un lujo.

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