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Actualizado: 26 ago 2018 / 19:36 h.
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Parece que ya es un hecho lo de exhumar los restos del Caudillo, sacándolo de donde nunca pidió estar, el Valle de los Caídos. Más de cuarenta años después de espicharla, un socialista, Pedro Sánchez, pondrá en su sitio al dictador. Es decir, seguramente al lado de su amada esposa. Claro que para desenterrar a la momia primero ha habido que revivirla y hacerla regresar, lo que ha envalentonado a los franquistas españoles de una manera inconcebible. ¿Ha sido esto algo estudiado para reforzar la democracia y, de paso, que la sociedad vuelva a creer en la izquierda corrupta que gobernó tantos años el país con sus errores y aciertos? Resucitamos al dictador diciendo que hay que cerrar heridas y abrimos otras para que nunca podamos vivir en paz. Vale, y ahora, ¿qué? Los partidos sacan provecho de un país dividido, como es España, y mientras suceda esto no vamos a vivir tranquilos. Hay una o dos generaciones de españoles que no sabían lo que era el odio social. Ahora lo están sabiendo y, curiosamente, están saliendo nuevos franquistas. Pero está bien lo de cerrar heridas

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