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Actualizado: 02 ene 2020 / 11:13 h.
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  • Foto: Jesús Barrera
    Foto: Jesús Barrera

Ya no recuerdo si de niño sabía o no que los Reyes eran nuestros padres o si existían de verdad. Tampoco me voy a atormentar con este asunto, entre otras cosas porque ya no me echan los Reyes desde hace tiempo y la noche del 5 de enero no salgo al corral para ver si los camellos han probado o no el ramón. Hace más de medio siglo, en Cuatro Vientos, me levantaba muy temprano y siempre había juguetes en lebrillo del corral. Era el abuelo Popá Manuel el que entraba en el dormitorio a decirnos que los Reyes habían venido. “Hay una muñeca con la cabeza como la de una burra”, dijo un año. No era para mí sino para mi hermana. A los niños nos traían casi siempre una pelota de goma o unas pistolas en sus cartucheras. Otras veces una camioneta de madera o un rifle de pasta dura, el clásico lapicero o una maleta para el colegio. Daba igual, la ilusión era la misma fuera lo que fuera, porque el resto del año no veíamos un juguete como no fuera en un basurero donde a veces veíamos desde la valla cabezas de muñecas con un solo ojo, balones de goma pinchados o ruedas de bicicletas destrozadas. Y si nos pillaba el guarda cogiendo algo podíamos acabar en el cuartel de la Guardia Civil ante la mirada del temido Cabo Benito. Que los Reyes, sin duda por encargo de nuestra madre, se esforzaran para que nos trajeran un juguete, aunque fuera sencillo y barato, era algo grandioso. Ya me gustaría a mí que este año pasaran por los pinos de La Puebla del Río y me dejaran aunque fuera una pistola de agua. Seguro que la noche del domingo me asomaré a alguna ventana para ver si hay o no movimiento fuera de casa. No les he pedido nada concreto porque tengo todo lo necesario para tener contento al niño que llevo dentro: un ordenador, ganas de escribir, dos perritas y dos gatitas. Deseo algunas cosas más, pero esas no las suelen traer los Reyes Magos. Deseo trabajo, salud para seguir luchando y mucha paz y buena armonía para que siga mereciendo la pena vivir. Aunque tenga que seguir creyendo en los Reyes Magos.

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